Ay Tevye, viejo Tevye. El Señor te galardonó con pobreza y cinco hijas. ¿Cómo casarlas con provecho? ¿Cómo arrimarlas a la felicidad? Las niñas de tus ojos, Tevye.
Los tiempos están cambiando, viejo Tevye. ¿Cómo explicarle a Golde que Tzeitel se enamoró del sastrecillo sin máquina, a pesar de los augurios de la casamentera que cerró el trato con el viejo carnicero? Un buen hombre el carnicero, y pudiente; un buen muchacho el sastrecillo, bueno y pobre. ¿Amor? Aprendiste a amar a Golde y Golde te ama, Tevye, aunque se enoje.
Los tiempos están cambiando viejo Tevye. De los trenes se bajan jóvenes estudiantes de Kiev con ideas raras, anunciando nuevos modos y bailes de ciudad. Quieren comerse al Zar y dejar de pedir permiso, como si algo de eso te importara a vos o a alguien en Anatevka. Enamorarán a tus hijas, Tevye; a Hodel. Pero vos sos bueno y los invitás a tu casa porque está próximo el Sabbat. No cabe en tu corazón el desamparo, Tevye.
El vodka que te sirven en la taberna no es distinto del que le sirven a los otros, la misma resaca tendrán los ortodoxos y los judíos mañana, cuando te encuentre el sol a vos y a tu caballo cojo repartiendo leche. ¿Cómo perdonar a Chava? Los tiempos están cambiando, es cierto, pero cómo perdonar a Chava. Fyedka no es judío y aunque sea bueno y los tiempos cambien hay cosas escritas en piedra, viejo Tevye. Ya tendrás tiempo para pensar. Es un largo viaje a América. ¿Qué es eso que suena? ¿Un violín? Cuando tus dos hijas menores te pregunten en el barco quién es esa gran dama verdosa les dirás que es un faro, aunque para dentro pensés que no puede ser porque no ilumina lo suficiente, y confundirás el temor con el frío y la neblina de ese amanecer en Nueva York.
¡Ay si fuera rico!
(Traducción cantable)
“Dios amado, hiciste a mucha, mucha gente pobre…
claro que no es una vergüenza la pobreza
¡pero tampoco es un gran honor que digamos!
¿sería tan terrible que yo tuviera una pequeña fortuna?”
¡Ay si fuera rico!
Yabadibi dibidibi dibidibi dibidán
de sol a sol haría de haragán;
si fuera un hombre con caudal
no tendría que trabajar más
Yabadibi dibidibi dibidibi dibirrén
Si yo fuera un rico holgazán,
un hombre con más tiempo que perder
Haría una casa con docenas de ventanas
en el centro más centro del lugar;
bajo un techo alto, pisos lisos de nogal;
tendría peldaños anchos para bajar
y otros solo para subir
y otros a ningún lugar, no más por presumir
Tendría tantas gallinas, gansos y patos
que el pueblo no podría ignorar
el gran graznido en el patio al pasar;
y cada cló-cló y gló-gló y cuac-cuac
sería un retumbo de trombón
como anunciando “aquí vive un gran señor”
¡Ay si fuera rico!
Yabadibi dibidibi dibidibi dibidán
de sol a sol haría de haragán
si fuera un hombre con caudal
no tendría que trabajar más
Yabadibi dibidibi dibidibi dibirrén
Si yo fuera un rico holgazán,
un hombre con más tiempo que perder
Mi Golde hermosa, como la esposa de un gran señor,
con papada y sin mandil
supervisando las cenas para su amor;
y ostentosa como la cola de un pavorreal
-¡ay mira qué feliz!-
regañando a sus sirvientes, tal y tal.
Los hombres importantes me vendrían a adular,
pedirían mi consejo,
como a un Salomón el Sabio
“Por favor, Rabí Tevye”
“Permiso, Rabí Tevye”
¡las preguntas que el Rabino ha de extrañar!
¡Yararí rará, yarirará, yarirará ra!
Y si me equivoco o no qué importa,
ese es un lujo más:
si eres rico, lo que dices es verdad.
Si fuera rico, tendría más tiempo para ir
a la sinagoga a orar
con mi asiento seguro en el muro oriental,
y entre los sabios discutiría
las Escrituras de mi Dios
y eso sería lo más bello, corazón.
¡Ay si fuera rico!
Yabadibi dibidibi dibidibi dibidán
de sol a sol haría de haragán
si fuera un hombre con caudal
no tendría que trabajar más
Yabadibi dibidibi dibidibi dibidón
Señor que hiciste al cordero y al león,
tú decretaste que yo fuera el que soy:
¡se estropearía acaso tu infinito plan
si yo fuera un rico más!!!