sábado, 31 de mayo de 2008

Cínicos


A jenaro, porque creo que le va a gustar (lo de Madonna es cosa mía)

Mueven sus colas infalibles,
amenazan de colmillo al caminante y al ciclista
mientras miran de reojo un autobús.

Lo mismo un portal que una plaza pública
que una iglesia,
se cagan con los ojos bien abiertos
tirando hacia atrás el mundo
con dos o tres desdenes de sus patas
y se alejan a saltitos
buscando los portones de una escuela
donde copular.

Husmean en las bolsas de las señoras
y en los traseros de los funcionarios
que hacen fila en las paradas;
le gruñen a los ciegos
y se lamen las verijas
en las esquinas donde pega el sol.

En las noches de invierno
levitan entre la neblina y las luces de los autos
ocultándose del frío,
olfateando las costumbres del ladrón,
delatando a los amantes.

No me refiero claro
a los que saben abrir puertas
ni a los que aúllan solo cuando hay luna llena
porque creen que es la cúspide de la elegancia.

Human Achievments


Me decía un taxista, con ese aire de sabiduría y elitismo callejero que los caracteriza, mientras hacíamos un semáforo sobre avenida 8, entre calle 10 y 12:

-¿Cuáles bridas del caballo?
¿Cuál fusil de percusión?
¿Cuál producción en serie?
¿Cuál regla de tres?
¿Cuáles antibióticos?
¿Cuál alfabeto? ¿cuál rueda?
¿Cuáles motores de vapor?
¿Cuál imprenta?
¿Cuál liberté y cuál fraternité?
¿Cuál domesticación de las semillas?
¿Cuál pluriculturacuernos?
¿Cuál sufragio universal?
¿Cuál Canal de Panamá?
¿Cuál dobleúdobleúdobleú?
¡La minifalda, señor!
¡La-mi-ni-fal-da!

Atardecer con sillón

Mis muertes nunca son definitivas
aunque es cierto que se van
acumulando ciempiés en los resquicios de la casa
y se sospechan sombras que se mueven de reojo
o frágiles sonidos que se ahogan

grillitos de mis muertes provisionales
niños que corretean mis olvidos y que fui
puchitos de colillas de cigarro
un abuelo
que canta con su voz que no recuerdo
objetos desteñidos y olorosos inmunes a los nombres
soliloquios de los otros
que habitan en el fondo de las tazas que me bebo

en fin
las muertes pequeñitas
que se juntan y no son
todavía
la muerte.

jueves, 22 de mayo de 2008

Comentario XX

Gracias carlitos por el enlace

http://cafeverlaine.blogspot.com/2008/04/de-pie-contra-la-muerte-juan-gelman.html

Juan Gelman

tomaron a un hombre y dijeron
lo echen de vos pero no muera/alzaron
el corazón de este hombre tirándolo
contra el mundo o dolor

y allí ardió por un rato
y se apagó y no resucitó como un perrito/o sea
que no movió la cola después
de su pelea con la noche/ni levantó la cara/

ni dijo adiós/ni fue verde/
ni escribió nada en el aire/
ni estalló como un árbol/
ni fue convertido en ámbar no/

ni hizo sombrita/ni le creció yerba/
ni le usaron un hueso para tocar la flauta/y
la única música que dio
fue su tristeza crepitando/

tristeza grande como un animal/
como tu ausencia/como cielo
donde los pájaros pasaban
temblando bajo el sol

Del ocio, los amigos y lo inútil




“La única excusa para hacer una cosa inútil es admirarla intensamente.”
Oscar Wilde
“Y tengo el tiempo y no tengo nada”
Fidel Gamboa
"yo que he nacido para rey, trabajando por dinero"
J. Sabina


Si hay algo de lo que me queje en esta vida es de tener que trabajar únicamente por dinero, ese indicador fluctuante del éxito moderno. El trabajo no es otra cosa que un paréntesis en la vida, el tributo que hay que pagarle al dios nuestro de cada día para poder hacer lo que realmente nos importa, que suele ser lo más importante. Por eso quiero hacer una reivindicación de lo inútil, porque es en lo inútil en donde reside toda belleza y es allí donde el ser humano se expone a sí mismo y en donde puede reinventarse a partir de él y de su imaginación. Con lo inútil me refiero aquí a lo que se sale del orden de la producción; una persona únicamente útil es una persona reproductora de lo mismo, nada nuevo o inesperado puede brotar de una persona útil, todo está previsto, como un perro Pavlov que siente hambre cuando escucha un timbre. Por otro lado, la capacidad creadora del ser humano (esencia de la especie) solo es potenciable cuando éste es inútil, cuando se encuentra ocioso, cuando no se plantea objetivos claros y se dedica a perder el tiempo para ver qué maravillas encuentra en esa pérdida. En la fábula bíblica son Adán y Eva, y no Dios, los que inventan el mundo a partir del ocio, conocieron el dolor y el placer, se parieron de ese útero que era el Edén en el que nada faltaba para disgusto de su creador, que ilusamente les había coartado cualquier ánimo inventivo. Es en esa posibilidad de ensimismamiento y de autoconciencia del hombre desde la cual el individuo puede percibir y darse cuenta del otro, que surge como un espejo que lo refleja y que él refleja a su vez, provocando muchedumbres infinitas de personas abrazables e inútiles.
El ocio como bien, existe desde que se convirtió en necesario, mejor dicho, para ponerlo en términos económicos, cuando se volvió un bien escaso. Esto es cuando el hombre empezó a poseer y a acumular, desde entonces el ocio se distribuye según las relaciones de poder de una sociedad dada. En la antigua Grecia, por ejemplo, los enemigos eran vueltos esclavos para ellos dedicarse a la comunión, las artes, la filosofía, las matemáticas, etc. Sin embargo, es sobre todo después de la Revolución Industrial cuando la significación del ocio se desvirtúa y cambia. Es entonces cuando el tiempo se desnaturaliza y deja de medirse por las estaciones o por la noche y el día, ahora lo que cuenta son las horas y los minutos, los silbatos de las fábricas marcan el inicio y el fin del día de trabajo, que se ve considerablemente extendido debido a que con la electricidad ya no se depende de la luz solar para seguir trabajando, los horarios de los trenes dictan ahora el comportamiento de los flujos de personas, que se alejan cada vez más y durante períodos más largos de tiempo de sus casas y sus gentes. El capitalismo industrial se convierte en un “estilo de vida” en el cual el ocio es un bien suntuoso, inaccesible e inclusive peligroso en manos de las masas.
Ahora bien, el consumismo como virtud última dentro del sistema de producción actual le ha dado al ocio un valor comercial e inconexo con las verdaderas necesidades humanas. El “tiempo libre” se ve atosigado por artefactos y actividades embrutecedoras y alienantes. El afán de poseer, casi como máxima moral, lo deshumaniza al hombre que cambia el “ser” por el “tener”, lo convierte en cosa, que a su vez es poseída por las abstracciones del mercado. Tenemos comidas rápidas, cajas rápidas, ventanillas únicas, el mundo en “tiempo real” en una pantalla, queremos conexión ultra rápida por internet, todo lo necesario para ahorrar tiempo con el único propósito justamente de tener tiempo, que a la hora de la hora, no sabemos cómo usar, en qué emplearlo, nos duelen los ratos libres, la pereza nos da culpa, quizá porque sentimos el vacío y nos acechan las dudas; ¡qué triste la tristeza de los jubilados! sus ojos de gorila viejo que no sale aunque le dejen abierta la puerta de la jaula. ¡Tanto empeñar el presente por ese futuro sombrío y sin porvenir a qué apostar!
Así, hoy el ocio es entendido como un “mientras tanto”, lo cual, insisto, es un mal entendido; el “mientras tanto” es ese paréntesis que mencionaba al inicio, paréntesis que nos limita y nos pone las pausas entre lo verdaderamente importante, entre vos y yo, entre ella y yo, entre nosotros, que lo que más queremos en la vida es tener tiempo que perder, para destruirnos y reinventarnos, para dolernos y deleitarnos, para pesar y medir granitos de sal que uno por uno disolveremos en las lenguas con el fin de comprobar las diversas intensidades salobres entre uno y otro. En fin, para dedicarnos a las inutilidades a las que se dedican los amigos, esos aficionados a la cacería de dragones, esos escuderos que saben que la Insula Barataria no existe y sin embargo la intuyen a cada palmo, esos torpes malabaristas del fuego y las palabras, esos vagabundos incorregibles que no pueden resistirse ante un mapa falso de “La Isla Desconocida” ni ante una mesa en la que la gente se toque, se escuche y se bese.

domingo, 18 de mayo de 2008

Siglo XXI

Un corazón palpita
pero nadie sabe si palpita de espaldas
o de frente o de costado
si suda o viene del aguacero
si sus cardenales son rabia o vanidad
si es de chimpancé o de humano
si su color es avivamiento o ideología

algunos ya enarbolan sus teorías
y las envían a los diarios
otros diseñan bingos y quinielas en los barrios.

Ni el príncipe feliz ni la golondrina


En un sueño Fabio soñó con la Estatua de la Libertad –señora maciza y alta- pensó, y con la Paloma de la Paz –pajarito que se empolla en papeles de periódico- recordó.
En el sueño, la Paloma de la Paz volaba hacia la Estatua de la Libertad y se posaba en el brazo que sostiene la tea; la señora miraba al pajarito y se reía; el pajarito miraba a la señora y se reía –se ve que se conocen de antes y que se aprecian, se nota en la camaradería- pensó Fabio. Carcajadas y aleteos y abajo turistas con bufandas y cámaras- visualizó Fabio.
Fue un sueño corto, pequeñito.
Después Fabio siguió soñando otras cosas de complejidades más marcadas para las que las palabras son inútiles.

viernes, 16 de mayo de 2008

La tortura


¿Ya habéis abofeteado a un muerto?
Louis Aragon


El ejercicio es muy sencillo: Sentar un muerto en una silla verde olivo. Preferiblemente en un sótano húmedo y oscuro con el fin de lograr la atmósfera propicia. Una vez dispuesta una luz tenue sobre el rostro lívido puede empezarse a abofetear al muerto. Al principio los intervalos entre bofetadas podrían estar distanciados por treinta o cuarenta segundos, en los que usted caminará alrededor de la silla rascándose la cabeza. Sin embargo, es probable que al poco tiempo de haber iniciado la sesión, tanto el sentido común, como el amor a las buenas costumbres y otros vicios, comiencen a disminuir su intensidad y usted empiece a sentir una impetuosa necesidad de acortar los intervalos hasta caer en un frenesí de golpes que simularán el zumbido del aleteo de los colibríes. Es razonable detenerse cuando comience a sentirse agotado, o bien, cuando el muerto por fin confiese que no es usted quien está sentado en esa silla. Lo que suceda primero.

La transfiguración de la silla


Fabio siempre llega a la casa a las seis de la tarde, se afloja la corbata en la sala mientras deja el maletín en el sofá y escarba el aire con la nariz. Después de descubrir con regocijo que hay caldo de lentejas con pollo para la cena, se dirige a la cocina y besa a su mujer quien lo recibe con la algarabía de las cebollas y los rábanos.
A Fabio ya no le molesta que siempre haya una silla volcada de cabeza en el comedor, ahora ni se incomoda en preguntar como solía hacerlo, simplemente se agacha con un gesto tierno y conciliador y devuelve la silla a su posición fundamental antes de sentarse.
La convivencia que llaman.
¡Ah! Pero hace unos años si era todo un problema, sobre todo porque si Fabio encaraba a su mujer y le preguntaba que en qué nomarquías estaba pensando y por qué hipocaustos insistía en poner esa pietista silla todos los días de cabeza en el centro del comedor, ella, indolente y sorprendida, contestaba -¿Cuál silla mi amor?- mientras estudiaba con extrañeza el objeto que Fabio señalaba incisivo. Por supuesto, esto a Fabio le llenaba de vidrios molidos el hígado y los ojos. A Dios gracias, con el tiempo aprendió a hacerse el de la vista gorda.

Aófis


A Lau

Aófis es una isla que empecé a visitar (dicen los que me conocen) desde que me convertí en pastor de selenitas. Sinceramente yo no estoy muy seguro de estas cosas. A pesar de que es cierto que desde niño tengo esta vocación por lo blando, nunca he llegado a conocer Aófis.
En Aófis sólo hay un monte, que es su centro y apunta con frenética determinación hacia lo que los sabios antiguos y modernos llaman cielo; si se le mira desde lejos Aófis parece un cono invertido. Desde una única naciente del monte de Alos bajan las aguas ensortijadas que se diversifican en muchos ríos y quebradas que desembocan incesantes, como la melena de una muchacha, en el mar agridulce que la rodea. En estas desembocaduras es donde los selenitas se aparean y se alimentan de caracoles y de una especie de ave diminuta que, según dicen los abuelos, crece de un árbol que sólo es posible hallar en los alrededores de la naciente única de Aófis; isla que empecé a visitar (dicen los que me conocen) desde que me convertí en pastor de selenitas, esas criaturas resbalosas y sobrias, inexistentes.

Principio de siglo




Habrá que ser docto en quijotadas,
Jamás merendar con diente ajeno,
Llenar entre bostezo y carcajadas
La copa con menta o con veneno:

Que se caigan de las torres los vigías
Que deprima el mar los portaviones,
Que cese la sesión de las arpías
Que planean su banquete de riñones.

Que lloren los soldados en el cine
Que al rey de los mandriles lo fulmine
Un ataque hipercrónico de hipo

Que la curda algarabía en los dosmiles
Y el despecho que hiere a los misiles
Vierta el mal de amores sobre Edipo.

Diagnósticos ligeros

Quien lee
escucha voces mudas que le interrogan

pero no está loco

Quien aúlla
ha concluido con candidez
que el corazón es una bomba

pero no es un licántropo

Quien mata
intuye insectos y ceremonias
bajo la tierra y sobre la almohada

pero no es la muerte


Quien busca
sabe que no todo está perdido
y desespera

miércoles, 14 de mayo de 2008

TOM no espera


Luego escribiré algo sobre este vejete, que canta como los perros cuando le ladran a los extraños y pone el césped de los jardines de mi barrio de punta y a mi primer esposa a darle vueltas al anillo en su dedito.

Por lo pronto unos enlaces con el consabido ¿usted tuvo? donde podéis disfrutar de sus vídeos.

GOD'S AWAY ON BUSSINES



GOING OUT WEST (Cualquier parecido con Marito Mortadela es pura apreciación subjetiva de josefinos incautos)



COLD WATER

sábado, 10 de mayo de 2008

Fin de siglo


A Doña Aura y don Fernando

“don’t send me no more letters,
not unless you mail them
from desolation row”
B. Dylan


Yo escribí en las paredes un recuerdo
en las paredes del muro del barrio
en el barrio donde hay un muro
donde escribo recuerdos

cada que pasa el sol
las sombras huyen del barrio
y se llevan rocío y jadeos y perros
Buendía sol
saludan los viejos y cuentan monedas y dedos
descendencia y bolsillos
pañuelos y horas
los niños corren sin saludar
se estrellan y comprueban el barrio
donde hay un muro donde escribo recuerdos

doña Señora presume a su hija
su hija es joven y alta y enaguas
y tiene un anillo
zapatitos tacón que gotean distancia
un labio sobre otro su boca
los niños y yo y los viejos vibramos el aire
el aire que a veces es bruma en el barrio
donde hay un muro donde escribo recuerdos

seguro ha muerto en la noche
se dicen los niños
la muerte la guardan los viejos en la bolsa del ojo
los niños se dicen
el gato inflado y hormigas
el gato muerto en la noche
el último gato que huyó de los niños del barrio
donde hay un muro donde escribo recuerdos

las sales el pan los espejos
disparos y hielo semáforo y libros
en los corredores los viejos
fabrican olvido y saliva
y miran la tarde
doña Señora
hace arreglos de flores marchitas y los pone en el tiempo
los niños no vuelven al barrio
donde hay un muro donde escribo recuerdos.

Triste labicanto


Ya no nos conformaríamos
Con ser solamente los muertos”
Cantos de las Guerras Preventivas
Fernando Contreras C.


Suimos muchos antes antes
Agora pocos pocos
Nada remembora ningún
Solo el cielo cielo

Grisamato e marrón
Compulúcera brillante
Feniza en todo todo

Morte
Aguapez
Morte
Plumavión

Fomos la última mujer prañida
Y pariré parire
Árgol marchitos
Gran vacúo

Triste labicanto e sangre seca

Canon



A una muchacha

Muñeca porcelana
perdida triste entre adoquines
senitos que no saben
ojitos que callan por la boca.

Muñeca porcelana
sábanas marrones tendidas del arete
manos que no buscan lo que encuentran

sabe Dios el ruido del cabello
y de las sombras y amarillos que te asisten.

muñeca porcelana
perdida triste entre adoquines
tristes adoquines
triste.

Yuvenáiel

Yuvenáiel
dice pamela se pronuncia
juvenile
palabra que le gusta

dice la encontró
en conversaciones telefónicas de extraños
y luego en un libro

yuvenáil
dice que así suena
y que le gusta.

sábado, 3 de mayo de 2008

La máquina



Por fin la he construido. Durante tantos años he recogido lo que deja el mar en las orillas; décadas vaciando basureros municipales, acechando chatarreras.

Acumulé el óxido de las bicicletas olvidadas. Organicé en desvanes de vigilia el acopio de los diarios y de las hormigas callejeras. Tantos funerales, tanto polvo; tantas mujeres pasaron a mi lado sin mirarme, tantos niños.

Vertí con cuentagotas el rocío por las calles y coseché los grumos que se desprendieron de la ciudad. Consideré tanto el silencio de los perros, como el agravio de las alarmas y los claxons en mis pesquisas.

Todo me sirvió. Todo fue un insumo para construirla.

Ya no espero nada, nada busco. Quizá solo voluntarios que se atrevan demolerla.

Ay! mis huesos, depués de tanto tiempo.