jueves, 7 de noviembre de 2013

Desnudo # 7



A veces imagina un pez,
está fuera del agua pero no se agita;
se mueve lento, como saliendo de un sueño entintado.
En minutos como este cuando no tiene un pez,
lo imagina: una mujer duerme
y el pez se despereza sobre un sofá blanco,
cuan largo es se extiende
para que lo palpen las luces de la tarde
a través del ventanal. Mientras tanto
la mujer que duerme sueña que ha llovido,
que se ha lavado el mundo
y no hay nada ni nadie
que pueda lastimarla;
ignora que el pez, ella y su sueño,
existen sólo cuando aquel,
que no los tiene, dibuja peces.



De Junkyard Orchestra




martes, 15 de octubre de 2013

Poema para dos cuerpos


Los recuerdo frágiles
dos astillas
dos cuerpos apenas.
Los recuerdo de reojo
apenas dos cuerpos
con la cabeza desenvainada
y un miedo o una furia  en el pecho
el uno triturando la herencia sentimental
de una familia crecida al borde de las aceras
la una componiendo adivinanzas para la muerte.
Nadie sabe por dónde empiezan o por dónde acaban los sueños
ni por qué los amigos esconden melcochas y navajas
en todas las casas que abandonan
ellos eran apenas dos cuerpos
sobre los que nadie pudo escribir
moneda o corazón o huella
sin creer por un momento
que le sepultaban la mano en un campo extenso y fértil
por el que pasan sin esmero las estaciones.
Antes de perderse en la Soledad Grande
los vi por última vez
separados para siempre
dolidos para siempre de mundo y de lo otro.

De Junkyard Orchestra



martes, 1 de octubre de 2013

6:15 p.m



Dejó de llover.
Pamela dibuja cayenas en un cuaderno de bocetos,
quiere otro tatuaje –tal vez con el aguinaldo–.
El gato hace la ronda, se entretiene con una pelusa
entre la puerta de entrada y el desayunador, donde hay
un aguacate que compré esta tarde para la sopa de la noche;
luego de perdonar al mundo, se echa sobre un cojín.
Entre videos de youtube y una entrevista a Sting en The Guardian,
yo trato de escribir un poema sobre una muchacha que duerme
y sueña que está a salvo.
“I´m not usually happy”, dice Sting a la entrevistadora
en una terraza soleada de algún hotel en Francia,
“but, at the same time happiness can be thought
of as a kind of bovine state, cows are happy…”.
El gato ha desaparecido, Pamela se esmera en un pétalo ancho
que un día de estos será vibrante y rojo,
yo dejo dormir a la muchacha en el poema,
me levanto y voy por un vaso de leche al refrigerador.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Pie con bola

Richard Oelze



Tenemos lo que tarda en hacerse el café
para bailar esta canción. Creeme
todo está en llamas tras el ventanal:
los billetes en los cajeros automáticos,
el olfato de los perros y el reloj de los bartenders,
las llantas del transporte público. Bailemos ahora,
ahora que puedo dibujarte o componer animales
que se sujeten del viento.

Andar para que existan las calles
como si el descuido fuera un propósito
ahí donde hemos tenido un cuerpo y lo hemos usado.
El cauce de la noche pule el domo de la catedral,
un cráneo blanco que acontece lánguido frente al parque.
Los caseríos se relevan idénticos bajo los ojos de ese pájaro
que lleva algo revolviéndose en el pico,
¿el roedor que habita el alma? Sí.

Ahora estás en otra isla,
lo sé porque no regresan las viuditas
que libero con tus señas.

Creeme, yo quiero darte una flor cuando estoy triste,
pero no hay nada más difícil;
yo quiero voltear al amanecer cuando salís del sueño
igual que alguien que vuelve de la noche
cargando el día como un farol. Dar pie con bola amor,
tumbarle las manzanas al manzano

y hacer una ensalada.



miércoles, 28 de agosto de 2013

Sueño # 7


Otra vez sueña que estás
en el piso de arriba de esa casa.

(Música de fondo)
Cuando soñamos somos inocentes.

(Varios hombres en la sala hablan con desconfianza,
comparten tabaco y bofetadas,
y se limpian las uñas con los dientes)
El cobrador-el pariente-el asesino-
el campana- el enamorado-el delator
planean un golpe frente al espejo
y no se fían de los otros en esa casa
con que sueña.

Sube los escalones
para comprobar que duermes. Estás soñando
de eso está seguro

sólo de eso está seguro.



De Junkyard Orchestra

viernes, 9 de agosto de 2013

Por Irazú, una casa

I
Las estrellas, que bajan con ríos y quebradas,
se nos escapan de los dedos y del monedero como agua.
Así no hay quién pague las cuentas
ni quién cuente las monedas.

II
Tiene una fuga el cenicero,
un vasito de cartón con agua de botella.
Habrá sido la agonía del fuego -ese gritito-
que le partió las fibras.

III
Verde el verde, y plomizo todo el gris.
Las niñas juegan, se ríen en el piso;
las mujeres aguardan -minutos adelante-
volver sin un rasguño, al tamaño de sus cuerpos.

IV
No dormíamos.
Lo sé porque oí al viento buscar impaciente
formas en los oscuro. Tal vez eso sueñen las vacas,
pero no nosotros.
Nosotros no dormíamos.

V
Tantas veces lo juramos
que acabó por no hacer caso;
insensible al whisky y al sartén eléctrico,
al té de menta y la conversación,
el frío gobierna
como un silencio que callan los volcanes.

VI
Los escalones,
huraños y angulosos en la noche,
suben a la mañana en la que ella aún no despierta,
está a punto.

VII
No fregués,
en esta casa
todavía no muere nadie.

lunes, 7 de enero de 2013

Anotaciones para un brindis aguafiestas


Christian Vogt

Atención, esto no es un discurso:
estamos entre amigos aunque pese.
No es un secreto que he querido
morder el labio a cada una y cada uno,
ni que hay más humo que horizonte
en algazaras con luna como esta.
Que se sepa: ya no somos tan tontos,
y aunque valga su peso en botonetas
no morimos ni matamos de amor
cuando los números están en rojo.

¿Habéis visto por aquí una tribu,
un pueblo salvaje que hace fuego?
cuando acabó de escribir el poema
telefonee al poeta por su nombre:
tras el tono un chasquido de dientes,
una risotada bajo el agua
y luego silencio, silencio turbio
de polvareda que avanza y encapota
cada urbe que nos imaginamos,
cada casa o cucharita de plata.

¿Nostalgia?: un afer de la clase media.
Hubo una piedra sobre esa mesa,
piedra grande de escombro o de río;
cómo costaba subirla a los buses,
convencer a meseros y taxistas
de que la piedra no era una piedra,
sino una pregunta sin respuesta:
o nos urgían derecho a la mierda
o se esmorecían de la risa.
¿Alguien se acuerda de la piedra grande?

Podría extender la mano por monedas
pero sólo sé chistes de naufragios
y enero está a la vuelta de la esquina
como un portal del que se escapan sombras,
carnavales festivos de siluetas,
muchachos, muchachas que ríen y bailan,
que lloran con los dos cordones sueltos,
que llegan al amor desesperados
y solemnes, hipando de borrachos,
sombras de ellos mismos y de su sombra.

Conocí a los hijos de mi familia
cuando Centroamérica reactivaba
su presencia en las guías turísticas;
en un bar, que era el culo del mundo
porque nunca lo indagó el sol,
movíamos torpemente los cuerpos:
con las manos muy grandes dibujamos
alas con lo que había en los ceniceros,
con las manos muy chicas acunamos
el sueño de perros y vagabundos.

“La generación poli-sintomática
aterrizó, queriendo escapar,
en el lodo emoliente de este siglo”
dicen los partes médicos e históricos.
Después de tanto coito interrumpido
sabemos que al final no está la meta
que al final hay un espantapájaros
absurdo en el centro de una plaza,
el celador cordial de los jardines
del infierno centroamericano.

Hermanos y hermanas somos jóvenes.
No. Somos viejos poli-sintomáticos.
No. Somos alas grises de ceniza.
No. Aprendimos a atarnos los zapatos
para que nadie nos vea llorar. No.
Jugamos ronda en el espantapájaros.
No. Vagabundos no somos, ni perros.
No. Somos la piedra, nada es nuestro.
Los vasos en alto, desesperados
y alegres, brindemos hermanos. No.

Dic. 2012-Ene. 2013