lunes, 22 de diciembre de 2008

Anzuelo

Pendo de un cigarrillo
efímero entre mandíbulas de oxígeno:
a esto tiene que saber el tiempo.

Imagino las formas
que descarta el humo
en su cadencia instintiva al cielorraso…

Si me suelto
caería en lo más profundo de la silla

jueves, 18 de diciembre de 2008

Nota dylaniana

Keep on keeping on,
trying not to fall,
wishing to avoid the mirrors
that hide faces I don’t know.

Never made love to shadows
but they’ve always been there,
saving warm my coffee,
smoking from my cigarette.

There is no lie in lying,
there is no sorrow in pain,
once you start laughing at your face
it won’t be hard doing it again.

You can taste the night-flavored city
and let your fingerprints on a dirty glass,
just don’t be long ‘cause the sun is coming
and dawn birds, they never last.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Literaria II


"Yo, cada vez que voy a mear y pringo un poco la tapa, me siento Borges... -¡Esto lo hacía Borges!- me digo."

Joaquín Sabina

domingo, 7 de diciembre de 2008

Certidumbres

El lenguaje me precede
sin embargo no claudico y alucino.

La luz que muerde o lame el ojo
provoca mundos navegables,
sueños de paisajes revueltos y artefactos zumbantes
en ciudades lluviosas a la vista;
paralelo,
un corazón bruto
palpita en su caverna de primate,
evolucionando en la memoria del que escribe
y otros recintos aparentes.

Nada cabe en el nombre de las cosas.
Sin embargo,
ahí residen el deseo y la abundancia:
con la mano izquierda puesta
sobre los senos de una muchacha
también se jura con palabras.

martes, 18 de noviembre de 2008

Surrounding-head woman (anunciación)

Te anunciaré mis dientes
como un perro de la noche

lleno de hormigas
levantaré tus senos en mis manos
para tocarlos con la lengua;

insuflado de pezón
podré fingir la muerte de mis hijos
antes de que vengan a enterrarme
con sus novias y sus duelos

y en la fila
de los hombres de buena voluntad desprestigiados
me veré crecer las uñas
mientras escampa esta furia de distancia
que te llevo.*

lunes, 10 de noviembre de 2008

Los amigos de Fabio


Todos los amigos de Fabio suelen conversar sobre la luna apenas se presenta la ocasión. Por supuesto de noche hay más ambiente para estos temas satelitales y para la tertulia. Por eso es común verlos sentados en el corredor de la casa de Fabio al anochecer, aderezando el tiempo con cigarrillos y café recalentado.

Uno de los amigos de Fabio, que quiere ser poeta, sostiene que cuando la luna aparece llena y de un blanco percudido es porque está fumando -la luna fumadora, tras un velo de alquitrán que le amarga la sonrisa- dice con gesto inspirado y solemne.

Otro de los amigos de Fabio, que es poeta, alega que en cuarto menguante la luna es la sonrisa curda de ese gato huido de los bosques oleosos que comúnmente brotan de las páginas de los libros de Lewis Carroll –El gato esfinge, de Cheshire el gato- Apunta resuelto mientras da un sorbo de café, deseando que fuese té.

Otro amigo de Fabio, que es comerciante, les advierte preocupado y con elocuentes ademanes que si ese gato es el del anuncio de Bucafresh ni siquiera se tomen la molestia, porque sin duda, hoy por hoy, el mejor dentífrico en el mercado es Dentilux –y a sólo cuatrocientos noventa y cinco el tubo grande- acota informado.

Por último (Fabio es un tipo silencioso y de pocos amigos), otro de los amigos de Fabio, que está loco y siempre llega tarde, grita agitado desde el portón de la casa que le abran pronto porque acaba de descubrir, en medio de quién sabe qué trance místico, que la luna no es un diente. -¡ni siquiera uno de leche!- vocifera mientras agita los brazos.

jueves, 23 de octubre de 2008

Una forma de estar


Un recordatorio de flor seca en la garganta. Un artificio para darle forma al aire. Una oración que se reza para dentro. Es ridículo hacer una ceremonia del fumado aunque lo sea. Siempre le he rehuido a la fetidez mineral de los fósforos, prefiero el chasquido del encendedor seguido del siseo leve del gas como un murmullo de genio embotellado, solo eso ya genera un ambiente de liviandad a pesar del micro estallido. Usualmente fumo compulsivamente, digamos más bien que no me entero de cuando acaba y cuando inicia otro cigarrillo pero de repente ya ha anochecido y la luz eléctrica derrapa en el asfalto llovido. “Vamos a retar a la muerte fumando un cigarrillo en el parqueo”, dijeron en una peli. Uno se ríe. Es nimio pensar en el fumado. A veces cuando fumo y estoy solo me imagino solo y fumando. Una forma de estar, así, simple. No que halle reposo en ello, solo un gran placer que no puedo ubicar. Eso y acomodar palabras. A veces pienso que es lo único que dejo cuando me voy de cualquier sitio: una pilita de colillas, dos o tres palabras desencajadas, una cajetilla arrugada en la mesa.

Instantánea


Nadie sabe de donde provino el balazo. Lo cierto es que le brotaron palomas como a los campanarios de las catedrales. La ciudad sobrevolada hizo que los niños miraran al cielo con sus bracitos extendidos unos; otros llorosos, asustados por la sombra de alas que se les vaciaba en confeti.
Un fotógrafo ambulante, al que se le disparó la cámara por error en la conmoción, capturó la caída del ángel sobre los techos verdes del Teatro Nacional. Debo decir, en honor a la verdad, que sí se ve algo así como una silueta de nube precipitada, algo como un borronazo de pájaro o una ausencia movida en vertical. El fotógrafo asegura que es un ángel derribado y así lo pregona frente al restaurante del hotel Balmoral. Por la compra de tres películas pirata de estreno, obsequia una reproducción de la fotografía, importunado los capuchinos y la cervecita del turista y a sus colegas tilicheros.

martes, 14 de octubre de 2008

En blanco

“beso que rueda en la sombra,
beso que viene rodando”
Miguel Hernández


Yo sé que me amarillo con el humo y que tengo el sarro de las horas y los libros en lo dientes. Sin embargo, descubro los desvíos a tu rostro cuando te soleás la boca, igual que alguien que viene de la noche cargando el día como un farol.
La vida y el amor son dos palabras ordinarias, dos renglones aprendidos y tachados en los pasillos de una escuela. Yo quiero darte una flor cuando estoy triste pero no hay nada más difícil.
A veces esculpo de memoria un grillo en el silencio mientras dormís, a veces cuando estás apunto de despertar y ya hay una raya en el cielo la noche muestra su borde y es como una cobija que puedo extender para lo dos. A veces me quito el nombre y te acompaño así, anónimo, con el rostro en blanco.

domingo, 12 de octubre de 2008

Expediciones


"Yo canto mis soledades porque me sobran"
J. Sabina

Tiendo a la soledad
las soledades

fabrico soplos de arena
de las almenas del castillo

distribuyo el humo
en los espacios vacíos

trazo rutas probables
de los neones de la uña
al pezón primario

atravieso los ojales del ombligo
su botón

mis expediciones
son modestas.

viernes, 10 de octubre de 2008

La Ciudad


Alguna vez viniste a la Ciudad conmigo. Subimos y bajamos en sus ascensores. Compramos fruta en sus mercados. Bebimos en sus bares. Tomamos el sol bajo la bruma. Alguna vez (creo recordarlo) estuviste en la Ciudad y habían perros y manos que brotaban del cordón de las aceras. Una niña (¿o era un viejo?) recostada al muro del Teatro se acercó a saludar y a pedirnos unas monedas, era gris, como la mancha que dejan los periódicos en los dedos.

Llegamos con mucha otra gente en un bus. Todos llevaban alguna cosa en las manos, nosotros también. Yo andaba una sombrilla o un libro, no sé. No podría detallarte ningún rostro, pero había una señora que se parecía a un pariente lejano que no pudimos recordar si conocimos alguna vez. Alguien te pidió fuego y vos sacaste un lápiz del bolso que no sirvió de nada. Ahora lo recuerdo: yo andaba un libro, porque en la noche hubo llovizna.

Había un hombre de barba sentado en el suelo de una plaza (¿o fue frente al correo?) intentando descalzarse fatigosamente con las dos manos mientras esperaba. No llegaba nadie y él volvía a esperar. Vos pensaste en algo que habías leído y te limpiaste una basurilla del ojo. Me parece que fue en la tarde cuando viniste conmigo a la Ciudad porque queríamos llegar antes que la noche para bienvenirla con salmodias y tintineos y cenizas.

No buscábamos nada. Vos creíste que las estatuas querían decirte algo pero sólo eran los árboles tocándose en lo alto, el óxido crujiente de la Escuela Metálica, un tren blanco llegando a la estación (¿o estaba saliendo?). Creíamos doblar en las esquinas correctas pero nunca lo supimos, eran tantas, tantas las calles en la Ciudad, con sus nombres de muertos y la memez de sus números que nada tenían que ver con la llovizna que nos obligó a buscar un lugar tibio.

Creo que sí, que alguna vez viniste conmigo a la Ciudad y anocheció entre los edificios. Me parece que hacías migajas de papel con una servilleta y hablabas de un barrio improbable con bicicletas, donde alguna vez habías sido niña y tenías revistas y una madre que cantaba el Ángelus y una gata que te llenaba de pelos un abrigo naranja. Después dijiste, mientras te quitabas las pelusas de servilleta del abrigo, que las distancias eran una convención como los colores del semáforo, que te permiten vivir bien, pero realmente nada impide que sean diferentes.

No estoy seguro, pero me parece que sí, que alguna vez viniste a la Ciudad conmigo. Había un teléfono sonando en su cabina azul, nadie se detuvo a contestar y la llamada se extendió monótona mientras nos alejábamos por ese silencio cómplice que tienen las noches en la Ciudad. Habían bombillos zumbantes y palomas agavilladas en los techos, personas deslizándose como sombras, sombras hacinadas en lo oscuro y últimos buses que salían con sus choferes soñolientos.
Alguna vez viniste a la Ciudad conmigo. No pudo haber sido hace mucho, aunque quién sabe, ¿cómo diferenciar un día de otro en la Ciudad? El caso es que no volvimos. Seguimos abordando taxis y buses y trenes, pero ya ninguno nos trajo a la Ciudad. A veces a un banco, a un hospital, a una oficina en San José.

martes, 30 de septiembre de 2008

Edie

"I’d like to turn the whole World on, just for a moment"
Edie Sedgwick


Parece un ser del alumbrado público
etérea
entre la luz: humo;
se desvanece en la acera
y reaparece en el próximo farol
con su minivestido de plata
y un caballo rojo en la boca
con su leotardo sin luna
y llena de agujas la piel

una mujer como ella
tiene que haber muerto al final de una guerra
cuando las sopas enlatadas se estibaban en las galerías
y rebosaban las copas efervescencia de Alka Seltzer

cualquier día de esos con frío en Manhattan
sola como un canto rodado de Dylan
se le vaciaban los ojos
mientras un botones del Chelsea Hotel preguntaba
Edie who?

viernes, 26 de septiembre de 2008

Presentación para cualquier eventual grupo de apoyo o bolsa de citas en la web


Soy hombre entrado en la calvicie digamos que temprano, no muy cerca de la vejez y muy lejano de la infancia (aunque claro, hablar de distancias sobre el tiempo no es más que un parloteo). No mujer, hombre que se corta las uñas en claro ejercicio de su modernismo y sofisticación. Heterosexual, producto de una infranqueable educación judeo-cristiana, o sea, aficionado a la mujer y a la pornografía. En política entre pasmado y bostezante aunque más de izquierdas, no por militancia ni rigores teóricos sino por pura empatía con la dignidad humana y otros espejismos y griales. Escéptico y descreído desde el epicentro del alma hasta las periferias de la piel donde empieza o acaba el mundo, según la corriente filosófica. Pesimista hasta el día de hoy, porque mañana ni siquiera es un rumor. Amigo de mis amigos. Huérfano por convicción. Amante de los animales al horno, a la parrilla o a la plancha. Ateo por decir algo si la conversa adquiere tintes evangelizadores. Misógino si alguna entendida en las Anas Istarú o las Tatianas Lobo paga los tragos. En fin, un impostor que como todo el mundo, quiso ser famoso y brindar bajo el sol del atardecer en una copa de cristal.

martes, 23 de septiembre de 2008

Las llaves de la casa

Financio mis satélites nocturnos con el humo que les compro a las personas de las ventanillas. Me subo a la ciudad en sus buses a la sombra de un sombrero que se alza hasta donde la lluvia lo permite. A través del ámbar ya se auguraba la embriaguez que corrige las deformidades de la noche y abre poros en los edificios. Nadie sabe de donde proviene esta neblina que difumina perros y ennoblece prostitutas, aunque en una luz distante todos hallamos la distancia. Huyéndole a los nombres procuro discotecas donde el calor se produce en masa y la piel brilla como los metales. Todos los corazones crudos palpitan silenciados fingiendo su muerte entre las luces, dejando que las sacudidas de los cuerpos parezcan artificios de las sombras. Un bienestar sin dioses se acurruca en el vientre y se siente bien. Luego, el reflujo de los vahos y de la estridencia me devuelve poco a poco a la intemperie, al oxígeno y al taxi de lujo.
Unos cuántos cadáveres de pájaros agavillados me hacen de llaves de la casa. El recuento es un olor a flores muertas en la memoria junto a la línea atenuada de un labio de mujer y un primer espasmo en alcanfor. Ahora dormir. Dormir en los olvidos veniales de las mañanas de barrio.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Diario

El desempeño de este día ha sido mediocre. Trabajo del que paga, lecturas desordenadas, la U acumulando polvo y ni un sólo verso decente. Ya me lo decía mi padre -Tres palabras en fila no hacen poesía y la poesía no sirve para el amor, para el amor lo que se ocupa es dinero-. Sin embargo, tengo la cabeza aturdida y no he bebido, señal de que cabalgamos Sancho, y se ha esparcido un aroma a café por toda la casa con un signo femenino que invita a las modestas ceremonias domésticas. El hecho de que llueva a cántaros es un detallazo. El dinero ya sabemos, va y viene.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Ensayos misóginos

Al Fabi

I
Llevado por el espanto
transité por la mujer,
como decir playa de arenas afiladas
y pájaros dormidos.

II
Una mujer
y ya está todo dicho,
la abominación y la belleza en tinta,
el fuego en el papel.

III
Línea de sombra,
falso vértice del vértice del triángulo,
geometría blanda de la minifalda
que se sienta.

IV
Desnuda consume el tiempo artificioso de los verbos,
vestida le nacen polinizadores de adjetivos.

V
Un vestido ligero
en las capitales o campos de Occidente
echa luz sobre los rudimentos religiosos
que nos sostienen.

VI
Fuma desnuda
como un ferrocarril abandonado
en las llanuras de la cama.

VII
Siempre que voy al mar
quiero estar en otra parte
donde la sal no seque el cielo de la boca
y la ciudad exista al abrir la puerta.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Marinero sin vocación

“De pronto, el mar suelta un caballo blanco…
y se queda dormido”
Rafael Alberti


Ya sean cristales forjados en el frío,
galope de caballos blancos
o cardúmenes de espuma.

Ya sean brazos absolutos disolviéndose,
furia inerte de dioses olvidados
o reminiscencias de un orgasmo de sirenas.

Ya sean prestidigitaciones
de lunas cegatonas y cinéfilas
o puro eco de voces aplacadas.

Estamos condenados al mar de las orillas
o a instalarle altares a los ríos de la isla.

martes, 26 de agosto de 2008

Dragones en la noche

Le sorbo el ánima al tabaco
como un desquiciado que le teme al corazón.
Quiero reventar.

Entro a los cafés y escribo:
No ser la mosca sino el vuelo
jamás el vino: la embriaguez
nunca la tinta ni el papel


Hay un sol de sombras rodeando el cenicero
con mujeres que titilan brevemente en su núcleo.
Desde niño me propuse amueblarme la orfandad
con un barco pirata ardiendo en el atlántico
y no llorar hasta llegar a los desiertos

En las mesas
la gente lleva horas moviendo sus cabezas,
parecen globos nerviosos en el aire.

Al fin
la tarde se ha quitado su vestido

quiero servirme el fuego en la garganta
y escupirle dragones a la noche.

lunes, 18 de agosto de 2008

El minotauro


A Jerónimo Peor

-¿Ves Polifemo?- se le oía decirle mientras
apuntaba con el índice al crepúsculo-
aquellos son los dragones, los animales
que más se parecen a los celajes...”
Fernando Contreras

Anda enrarecido con un hueco en el hueco del estómago. Se adentra por las calles de la mano de un itinerario errante que lo conduce a otras calles que lo llevan a otras. A veces se sienta en el caño de alguna esquina a observar el semáforo por largo rato. Lo ve cambiar: amarillo-rojo-verde-amarillo. Comprende la mecánica, el ritmo tricolor que dicta el movimiento de las masas de autos y de gente, entonces respira hondo como sorbiéndole al viento su energía etérea para levantarse. Cruza la calle aprovechando que el semáforo mantiene sus dos ojos inferiores cerrados y sigue su camino por ese laberinto de palomas revoltosas que se estrellan contra los ventanales de los edificios cuando se aventuran en alguna corriente de aire ajena al Teatro y la plaza. Laberinto donde los relojes no titubean en marcar, minuto a minuto, el tiempo que él se ha resignado a vivir.

Busca. Eso es lo que sale a hacer, busca andando y desandando las aceras, quiere encontrar algún punto de quiebre, un instante ínfimo donde la ciudad se desdoble y ver los postes de luz bajando pausados como una manada de jirafas por avenida Segunda, o al Banco Nacional derretirse como un gran témpano de hielo para verterse por las calles y convertirse en un río que dé alguna pista sobre la ruta al mar. Busca a Teseo entre la multitud de peatones y ruega al cielo que éste lo reconozca, que hurgue a través de su máscara de hombre, que no pase de largo, que le hunda comprensivamente la espada en el corazón para sentir, aunque fuera en ese último estallido de sangre derramada, cómo se desvanecen los muros del laberinto para dejar espacio a un campo abierto donde hay, a la sombra de un limonero, un gallo cantando eufórico como espantando a los últimos fantasmas.

Así se le va el domingo a Evans: buscando razones (como hombre de ciencia que es) para explicarse el abandono, la orfandad que lo aísla de sí mismo desde que perdió, por esos azares en que se pierden las cosas, a su Peor amigo. Siempre vuelve cansado arrastrando los pies y ya sin ánimos de volver a ver al cielo, justo a esa hora del día en que los dragones, en un siseo de alas, ensayan sus danzas de cortejo porque se aproxima la estación de apareamiento. Entonces saca del bolsillo una llave que, irremediablemente, sólo le abrirá la puerta de su casa. 26marzo2004.

lunes, 28 de julio de 2008

Génesis

La flor que me ocupaba tenía los dientes suaves y un rastro fresco de caracol en la comisura. La lamí despacio, con el miedo que produce placeres en el vientre. Cuando estuvo segura de que yo ya no retrocedería empezó a engullirme por la lengua.
Cadenciosa, como un mar antiguo, la sentí desmontar su quijada para abarcarme todo y todo fui engullido. Todo menos el ombligo, que suele conservar los olores del vacío y de la nada, aromas que son rastros de las muertes asignadas a las vidas que comienzan.
Eso tiende a producirles una franca acidez.

domingo, 20 de julio de 2008

Versos


Permanezco casi siempre ausente,
me diluvio asiduo por las calles,

para no anclarme en los detalles
beso en el olvido de la gente.

Me pongo un abrigo por soledades
y juego a dos manos cada turno,

alimento, vanidad de vanidades,
un soliloquio ambiguo y nocturno.

Acecho la lencería del desvelo
soñando ecos en los callejones,

crezco el desdén en tres cubos de hielo
y el amor en la mudez de los pezones.

Me hago grande con el sol a medio día
y niño roto con la luna en los botones.

miércoles, 16 de julio de 2008

mala raza

"La jungla" Wilfredo Lam

"Raza de Caín, sube hasta el cielo
¡y arroja a Dios sobre la tierra!"
C. Baudelaire

somos la mala raza, los enfermos supurantes, los mediocres insulsos, analfabetas de los signos del mercado.
los grotescos insolentes, la indecencia acumulada. somos los hijos y las hijas de la desviación y la intemperie.
carne envilecida. danza de locos
sidosos hambrientos, dientes carcomidos, mendigos hediondos a sol, humo y lluvia, clamor de novenarios, desempleados delincuentes.
somos los románticos idiotas, pulguientos inmigrantes, drogadictos macro-alcohólicos. cultivo de lombrices, nidos de malaria.
amor violento y púrpura, advenedizos en el mundo, los mal paridos premodernos, fiebre inadaptada, los sin fuego, los sin tierra.
la raza mala la mala raza.

jueves, 10 de julio de 2008

CoMo Un HuEvO


A Carlitos que no sabe qué hacer con los sueños

nunca dejarlos al lado de la cama
espolvorearlos sobre los pezones de quien duerme

ponerlos en la solapa
untarlos en el pan
morderlos sin esperanza
fumarlos en superfluas ceremonias
pasearlos en bus
hacerles el amor.

Retorcer los sueños
libarles lo seco
toc-toc en sus blindajes
darles de beber
protegerlos del sol

acariciar sus asperezas
infectarlos labio a labio
auspiciar sus malabares
cantarles en la ducha
hacerles el amor.

retorcer los sueños
aunque sean malignos y engreídos
aunque la suela del zapato se nos ablande como un huevo
y no sepamos nunca que bicho nos picó.

miércoles, 2 de julio de 2008

Tortugas sin importancia

"usted ha escuchado esos pajaros. ¿su silbido? yo antes pensaba que eran portones."
María M.
¿Usted ha visto esas vagonetas? Esas que llevan una lona verde encima de lo que cargan. Yo antes pensaba que eran tortugas. Usted se ríe, como es natural. No sé si alguien me lo habrá dicho, mi hermano mayor, no sé. No sé si se me habrá ocurrido a mí así no más.

Es un recuerdo vago, una imagen sola de esa vagoneta formidable subiendo por la cuesta frente a mi casa. Yo pasmado mirándola pasar, imaginando a la tortuga estrecha en el cajón. Eso es. No es que pensaba que las vagonetas eran tortugas sino que la carga era una tortuga así grandota y la lona verde era, claro, su caparazón colosal. Es extraño, pero nunca quise saber nada más, es decir, nunca quise ver a la tortuga. El caparazón era suficiente para mí. No hice preguntas, no averigüé adónde las llevaban, si estaban muertas o vivas, qué hacían esas tortugas inmensas siendo paseadas por una calleja de un barrio cualquiera de Desamparados.

Tal vez tenga usted razón. Pero no sé, es extraño. Tal vez es que en el fondo yo sabía que no eran tortugas. Claro, eso era, yo sabía que era piedra, que era arena o tierra. Las vagonetas dejaban su rastro de materiales en la calle y yo no era ningún niño imbécil. Tortugas formidables vueltas arena. Por eso no preguntaba. Es un poco triste ¿no le parece?

lunes, 30 de junio de 2008

Ese niño

Sólo ebrio
con el rostro bajo el mar o entre autobuses
sé su nombre.

Sin saberse una canción
algo que silbar
pez sin designio
-se multiplica-
pan de estereofón

no le dan de beber los espejos
ni absorbe soles en el rostro

tiene algo en la punta de la lengua
pero no sabe usar su boca
cada vez se muere más.
cada vez se
cada vez

domingo, 22 de junio de 2008

2 poemas

sabíamos que el quijote ya había muerto, sin embargo... nos quedaba julito y unas dos o tres canicas.

Mayor de edad

A los veintiocho
mi primer muerto saluda.
Devuelve el tiempo al minutero
encanta las serpientes de humo
que tienen nido en los bares

dador de las palabras
armador del pan y los abrazos
muerto tierno
que respiro

muerto que llega
con su cantimplora llena

a mí sólo se me da bienvenirlo
con un vaso de agua fresca.

Amaneceres a deshora

Día enrarecido.
Desperté al inicio de la tarde
alguien había llamado
un mensaje de voz
la garganta de fuego y seca
pienso en pamela
se marchó molesta esta mañana
es roberto
que lo llame
no quiero
no quiero llamarlo
porque sé que me hablará de la muerte
de una madrugada rota en la parte blanda del asfalto
de la sal drenando el ojo
de julio
que no vuelve.

19 junio 2008

Comala

I

A estas alturas de la noche
ya se habrán encendido
todas las ciudades lejanas al sol

alguien extiende su brazo
pero no me toca
como yo
presiente
que no está solo en esa calle.

II

Hemos respirado todo el aire
ahogado el fuego
sin embargo
un calor insoportable brota de lo oscuro

se oyen voces que se lamentan

hemos olvidado todos los rostros
y no tenemos donde colocar los nombres.

sábado, 31 de mayo de 2008

Cínicos


A jenaro, porque creo que le va a gustar (lo de Madonna es cosa mía)

Mueven sus colas infalibles,
amenazan de colmillo al caminante y al ciclista
mientras miran de reojo un autobús.

Lo mismo un portal que una plaza pública
que una iglesia,
se cagan con los ojos bien abiertos
tirando hacia atrás el mundo
con dos o tres desdenes de sus patas
y se alejan a saltitos
buscando los portones de una escuela
donde copular.

Husmean en las bolsas de las señoras
y en los traseros de los funcionarios
que hacen fila en las paradas;
le gruñen a los ciegos
y se lamen las verijas
en las esquinas donde pega el sol.

En las noches de invierno
levitan entre la neblina y las luces de los autos
ocultándose del frío,
olfateando las costumbres del ladrón,
delatando a los amantes.

No me refiero claro
a los que saben abrir puertas
ni a los que aúllan solo cuando hay luna llena
porque creen que es la cúspide de la elegancia.

Human Achievments


Me decía un taxista, con ese aire de sabiduría y elitismo callejero que los caracteriza, mientras hacíamos un semáforo sobre avenida 8, entre calle 10 y 12:

-¿Cuáles bridas del caballo?
¿Cuál fusil de percusión?
¿Cuál producción en serie?
¿Cuál regla de tres?
¿Cuáles antibióticos?
¿Cuál alfabeto? ¿cuál rueda?
¿Cuáles motores de vapor?
¿Cuál imprenta?
¿Cuál liberté y cuál fraternité?
¿Cuál domesticación de las semillas?
¿Cuál pluriculturacuernos?
¿Cuál sufragio universal?
¿Cuál Canal de Panamá?
¿Cuál dobleúdobleúdobleú?
¡La minifalda, señor!
¡La-mi-ni-fal-da!

Atardecer con sillón

Mis muertes nunca son definitivas
aunque es cierto que se van
acumulando ciempiés en los resquicios de la casa
y se sospechan sombras que se mueven de reojo
o frágiles sonidos que se ahogan

grillitos de mis muertes provisionales
niños que corretean mis olvidos y que fui
puchitos de colillas de cigarro
un abuelo
que canta con su voz que no recuerdo
objetos desteñidos y olorosos inmunes a los nombres
soliloquios de los otros
que habitan en el fondo de las tazas que me bebo

en fin
las muertes pequeñitas
que se juntan y no son
todavía
la muerte.

jueves, 22 de mayo de 2008

Comentario XX

Gracias carlitos por el enlace

http://cafeverlaine.blogspot.com/2008/04/de-pie-contra-la-muerte-juan-gelman.html

Juan Gelman

tomaron a un hombre y dijeron
lo echen de vos pero no muera/alzaron
el corazón de este hombre tirándolo
contra el mundo o dolor

y allí ardió por un rato
y se apagó y no resucitó como un perrito/o sea
que no movió la cola después
de su pelea con la noche/ni levantó la cara/

ni dijo adiós/ni fue verde/
ni escribió nada en el aire/
ni estalló como un árbol/
ni fue convertido en ámbar no/

ni hizo sombrita/ni le creció yerba/
ni le usaron un hueso para tocar la flauta/y
la única música que dio
fue su tristeza crepitando/

tristeza grande como un animal/
como tu ausencia/como cielo
donde los pájaros pasaban
temblando bajo el sol

Del ocio, los amigos y lo inútil




“La única excusa para hacer una cosa inútil es admirarla intensamente.”
Oscar Wilde
“Y tengo el tiempo y no tengo nada”
Fidel Gamboa
"yo que he nacido para rey, trabajando por dinero"
J. Sabina


Si hay algo de lo que me queje en esta vida es de tener que trabajar únicamente por dinero, ese indicador fluctuante del éxito moderno. El trabajo no es otra cosa que un paréntesis en la vida, el tributo que hay que pagarle al dios nuestro de cada día para poder hacer lo que realmente nos importa, que suele ser lo más importante. Por eso quiero hacer una reivindicación de lo inútil, porque es en lo inútil en donde reside toda belleza y es allí donde el ser humano se expone a sí mismo y en donde puede reinventarse a partir de él y de su imaginación. Con lo inútil me refiero aquí a lo que se sale del orden de la producción; una persona únicamente útil es una persona reproductora de lo mismo, nada nuevo o inesperado puede brotar de una persona útil, todo está previsto, como un perro Pavlov que siente hambre cuando escucha un timbre. Por otro lado, la capacidad creadora del ser humano (esencia de la especie) solo es potenciable cuando éste es inútil, cuando se encuentra ocioso, cuando no se plantea objetivos claros y se dedica a perder el tiempo para ver qué maravillas encuentra en esa pérdida. En la fábula bíblica son Adán y Eva, y no Dios, los que inventan el mundo a partir del ocio, conocieron el dolor y el placer, se parieron de ese útero que era el Edén en el que nada faltaba para disgusto de su creador, que ilusamente les había coartado cualquier ánimo inventivo. Es en esa posibilidad de ensimismamiento y de autoconciencia del hombre desde la cual el individuo puede percibir y darse cuenta del otro, que surge como un espejo que lo refleja y que él refleja a su vez, provocando muchedumbres infinitas de personas abrazables e inútiles.
El ocio como bien, existe desde que se convirtió en necesario, mejor dicho, para ponerlo en términos económicos, cuando se volvió un bien escaso. Esto es cuando el hombre empezó a poseer y a acumular, desde entonces el ocio se distribuye según las relaciones de poder de una sociedad dada. En la antigua Grecia, por ejemplo, los enemigos eran vueltos esclavos para ellos dedicarse a la comunión, las artes, la filosofía, las matemáticas, etc. Sin embargo, es sobre todo después de la Revolución Industrial cuando la significación del ocio se desvirtúa y cambia. Es entonces cuando el tiempo se desnaturaliza y deja de medirse por las estaciones o por la noche y el día, ahora lo que cuenta son las horas y los minutos, los silbatos de las fábricas marcan el inicio y el fin del día de trabajo, que se ve considerablemente extendido debido a que con la electricidad ya no se depende de la luz solar para seguir trabajando, los horarios de los trenes dictan ahora el comportamiento de los flujos de personas, que se alejan cada vez más y durante períodos más largos de tiempo de sus casas y sus gentes. El capitalismo industrial se convierte en un “estilo de vida” en el cual el ocio es un bien suntuoso, inaccesible e inclusive peligroso en manos de las masas.
Ahora bien, el consumismo como virtud última dentro del sistema de producción actual le ha dado al ocio un valor comercial e inconexo con las verdaderas necesidades humanas. El “tiempo libre” se ve atosigado por artefactos y actividades embrutecedoras y alienantes. El afán de poseer, casi como máxima moral, lo deshumaniza al hombre que cambia el “ser” por el “tener”, lo convierte en cosa, que a su vez es poseída por las abstracciones del mercado. Tenemos comidas rápidas, cajas rápidas, ventanillas únicas, el mundo en “tiempo real” en una pantalla, queremos conexión ultra rápida por internet, todo lo necesario para ahorrar tiempo con el único propósito justamente de tener tiempo, que a la hora de la hora, no sabemos cómo usar, en qué emplearlo, nos duelen los ratos libres, la pereza nos da culpa, quizá porque sentimos el vacío y nos acechan las dudas; ¡qué triste la tristeza de los jubilados! sus ojos de gorila viejo que no sale aunque le dejen abierta la puerta de la jaula. ¡Tanto empeñar el presente por ese futuro sombrío y sin porvenir a qué apostar!
Así, hoy el ocio es entendido como un “mientras tanto”, lo cual, insisto, es un mal entendido; el “mientras tanto” es ese paréntesis que mencionaba al inicio, paréntesis que nos limita y nos pone las pausas entre lo verdaderamente importante, entre vos y yo, entre ella y yo, entre nosotros, que lo que más queremos en la vida es tener tiempo que perder, para destruirnos y reinventarnos, para dolernos y deleitarnos, para pesar y medir granitos de sal que uno por uno disolveremos en las lenguas con el fin de comprobar las diversas intensidades salobres entre uno y otro. En fin, para dedicarnos a las inutilidades a las que se dedican los amigos, esos aficionados a la cacería de dragones, esos escuderos que saben que la Insula Barataria no existe y sin embargo la intuyen a cada palmo, esos torpes malabaristas del fuego y las palabras, esos vagabundos incorregibles que no pueden resistirse ante un mapa falso de “La Isla Desconocida” ni ante una mesa en la que la gente se toque, se escuche y se bese.

domingo, 18 de mayo de 2008

Siglo XXI

Un corazón palpita
pero nadie sabe si palpita de espaldas
o de frente o de costado
si suda o viene del aguacero
si sus cardenales son rabia o vanidad
si es de chimpancé o de humano
si su color es avivamiento o ideología

algunos ya enarbolan sus teorías
y las envían a los diarios
otros diseñan bingos y quinielas en los barrios.

Ni el príncipe feliz ni la golondrina


En un sueño Fabio soñó con la Estatua de la Libertad –señora maciza y alta- pensó, y con la Paloma de la Paz –pajarito que se empolla en papeles de periódico- recordó.
En el sueño, la Paloma de la Paz volaba hacia la Estatua de la Libertad y se posaba en el brazo que sostiene la tea; la señora miraba al pajarito y se reía; el pajarito miraba a la señora y se reía –se ve que se conocen de antes y que se aprecian, se nota en la camaradería- pensó Fabio. Carcajadas y aleteos y abajo turistas con bufandas y cámaras- visualizó Fabio.
Fue un sueño corto, pequeñito.
Después Fabio siguió soñando otras cosas de complejidades más marcadas para las que las palabras son inútiles.

viernes, 16 de mayo de 2008

La tortura


¿Ya habéis abofeteado a un muerto?
Louis Aragon


El ejercicio es muy sencillo: Sentar un muerto en una silla verde olivo. Preferiblemente en un sótano húmedo y oscuro con el fin de lograr la atmósfera propicia. Una vez dispuesta una luz tenue sobre el rostro lívido puede empezarse a abofetear al muerto. Al principio los intervalos entre bofetadas podrían estar distanciados por treinta o cuarenta segundos, en los que usted caminará alrededor de la silla rascándose la cabeza. Sin embargo, es probable que al poco tiempo de haber iniciado la sesión, tanto el sentido común, como el amor a las buenas costumbres y otros vicios, comiencen a disminuir su intensidad y usted empiece a sentir una impetuosa necesidad de acortar los intervalos hasta caer en un frenesí de golpes que simularán el zumbido del aleteo de los colibríes. Es razonable detenerse cuando comience a sentirse agotado, o bien, cuando el muerto por fin confiese que no es usted quien está sentado en esa silla. Lo que suceda primero.

La transfiguración de la silla


Fabio siempre llega a la casa a las seis de la tarde, se afloja la corbata en la sala mientras deja el maletín en el sofá y escarba el aire con la nariz. Después de descubrir con regocijo que hay caldo de lentejas con pollo para la cena, se dirige a la cocina y besa a su mujer quien lo recibe con la algarabía de las cebollas y los rábanos.
A Fabio ya no le molesta que siempre haya una silla volcada de cabeza en el comedor, ahora ni se incomoda en preguntar como solía hacerlo, simplemente se agacha con un gesto tierno y conciliador y devuelve la silla a su posición fundamental antes de sentarse.
La convivencia que llaman.
¡Ah! Pero hace unos años si era todo un problema, sobre todo porque si Fabio encaraba a su mujer y le preguntaba que en qué nomarquías estaba pensando y por qué hipocaustos insistía en poner esa pietista silla todos los días de cabeza en el centro del comedor, ella, indolente y sorprendida, contestaba -¿Cuál silla mi amor?- mientras estudiaba con extrañeza el objeto que Fabio señalaba incisivo. Por supuesto, esto a Fabio le llenaba de vidrios molidos el hígado y los ojos. A Dios gracias, con el tiempo aprendió a hacerse el de la vista gorda.

Aófis


A Lau

Aófis es una isla que empecé a visitar (dicen los que me conocen) desde que me convertí en pastor de selenitas. Sinceramente yo no estoy muy seguro de estas cosas. A pesar de que es cierto que desde niño tengo esta vocación por lo blando, nunca he llegado a conocer Aófis.
En Aófis sólo hay un monte, que es su centro y apunta con frenética determinación hacia lo que los sabios antiguos y modernos llaman cielo; si se le mira desde lejos Aófis parece un cono invertido. Desde una única naciente del monte de Alos bajan las aguas ensortijadas que se diversifican en muchos ríos y quebradas que desembocan incesantes, como la melena de una muchacha, en el mar agridulce que la rodea. En estas desembocaduras es donde los selenitas se aparean y se alimentan de caracoles y de una especie de ave diminuta que, según dicen los abuelos, crece de un árbol que sólo es posible hallar en los alrededores de la naciente única de Aófis; isla que empecé a visitar (dicen los que me conocen) desde que me convertí en pastor de selenitas, esas criaturas resbalosas y sobrias, inexistentes.

Principio de siglo




Habrá que ser docto en quijotadas,
Jamás merendar con diente ajeno,
Llenar entre bostezo y carcajadas
La copa con menta o con veneno:

Que se caigan de las torres los vigías
Que deprima el mar los portaviones,
Que cese la sesión de las arpías
Que planean su banquete de riñones.

Que lloren los soldados en el cine
Que al rey de los mandriles lo fulmine
Un ataque hipercrónico de hipo

Que la curda algarabía en los dosmiles
Y el despecho que hiere a los misiles
Vierta el mal de amores sobre Edipo.

Diagnósticos ligeros

Quien lee
escucha voces mudas que le interrogan

pero no está loco

Quien aúlla
ha concluido con candidez
que el corazón es una bomba

pero no es un licántropo

Quien mata
intuye insectos y ceremonias
bajo la tierra y sobre la almohada

pero no es la muerte


Quien busca
sabe que no todo está perdido
y desespera

miércoles, 14 de mayo de 2008

TOM no espera


Luego escribiré algo sobre este vejete, que canta como los perros cuando le ladran a los extraños y pone el césped de los jardines de mi barrio de punta y a mi primer esposa a darle vueltas al anillo en su dedito.

Por lo pronto unos enlaces con el consabido ¿usted tuvo? donde podéis disfrutar de sus vídeos.

GOD'S AWAY ON BUSSINES



GOING OUT WEST (Cualquier parecido con Marito Mortadela es pura apreciación subjetiva de josefinos incautos)



COLD WATER

sábado, 10 de mayo de 2008

Fin de siglo


A Doña Aura y don Fernando

“don’t send me no more letters,
not unless you mail them
from desolation row”
B. Dylan


Yo escribí en las paredes un recuerdo
en las paredes del muro del barrio
en el barrio donde hay un muro
donde escribo recuerdos

cada que pasa el sol
las sombras huyen del barrio
y se llevan rocío y jadeos y perros
Buendía sol
saludan los viejos y cuentan monedas y dedos
descendencia y bolsillos
pañuelos y horas
los niños corren sin saludar
se estrellan y comprueban el barrio
donde hay un muro donde escribo recuerdos

doña Señora presume a su hija
su hija es joven y alta y enaguas
y tiene un anillo
zapatitos tacón que gotean distancia
un labio sobre otro su boca
los niños y yo y los viejos vibramos el aire
el aire que a veces es bruma en el barrio
donde hay un muro donde escribo recuerdos

seguro ha muerto en la noche
se dicen los niños
la muerte la guardan los viejos en la bolsa del ojo
los niños se dicen
el gato inflado y hormigas
el gato muerto en la noche
el último gato que huyó de los niños del barrio
donde hay un muro donde escribo recuerdos

las sales el pan los espejos
disparos y hielo semáforo y libros
en los corredores los viejos
fabrican olvido y saliva
y miran la tarde
doña Señora
hace arreglos de flores marchitas y los pone en el tiempo
los niños no vuelven al barrio
donde hay un muro donde escribo recuerdos.

Triste labicanto


Ya no nos conformaríamos
Con ser solamente los muertos”
Cantos de las Guerras Preventivas
Fernando Contreras C.


Suimos muchos antes antes
Agora pocos pocos
Nada remembora ningún
Solo el cielo cielo

Grisamato e marrón
Compulúcera brillante
Feniza en todo todo

Morte
Aguapez
Morte
Plumavión

Fomos la última mujer prañida
Y pariré parire
Árgol marchitos
Gran vacúo

Triste labicanto e sangre seca

Canon



A una muchacha

Muñeca porcelana
perdida triste entre adoquines
senitos que no saben
ojitos que callan por la boca.

Muñeca porcelana
sábanas marrones tendidas del arete
manos que no buscan lo que encuentran

sabe Dios el ruido del cabello
y de las sombras y amarillos que te asisten.

muñeca porcelana
perdida triste entre adoquines
tristes adoquines
triste.

Yuvenáiel

Yuvenáiel
dice pamela se pronuncia
juvenile
palabra que le gusta

dice la encontró
en conversaciones telefónicas de extraños
y luego en un libro

yuvenáil
dice que así suena
y que le gusta.

sábado, 3 de mayo de 2008

La máquina



Por fin la he construido. Durante tantos años he recogido lo que deja el mar en las orillas; décadas vaciando basureros municipales, acechando chatarreras.

Acumulé el óxido de las bicicletas olvidadas. Organicé en desvanes de vigilia el acopio de los diarios y de las hormigas callejeras. Tantos funerales, tanto polvo; tantas mujeres pasaron a mi lado sin mirarme, tantos niños.

Vertí con cuentagotas el rocío por las calles y coseché los grumos que se desprendieron de la ciudad. Consideré tanto el silencio de los perros, como el agravio de las alarmas y los claxons en mis pesquisas.

Todo me sirvió. Todo fue un insumo para construirla.

Ya no espero nada, nada busco. Quizá solo voluntarios que se atrevan demolerla.

Ay! mis huesos, depués de tanto tiempo.

martes, 29 de abril de 2008

Literaria (se va el tren)




“Vida y otras cuestiones…
¿acaso la ronda de nunca y de siempre
sea que percibo o que sueño las sombras
que animan el mundo latente?”
Silvio Rodriguez

Una imagen poética sin duda.
Este Quino, más allá de la sonrisita ladeada, más allá del desconcierto, de la angustia, la nostalgia o el terror que nos pueda provocar, nos remite al reino de lo imposible, no de lo absurdo que sería más fácil irse por ese trecho; lo que le da fuerza dramática, por llamarlo de alguna forma, es que estamos ante un imposible que con absoluta gravedad (por eso también mueve a risa) está siendo puesto en entredicho.

Uno puede pensar que el tipo este del bombín es un desquiciado, que es un charlatán, un alienado o simplemente un pobre diablo. Nada de eso importa: hay un hombre esperando, largando los ojos al horizonte con la esperanza de atisbar al menos el humo de eso que espera, que supone que se acerca, es decir, lo imposible está en entredicho. Pues eso, o algo muy parecido es la poesía.

Desequilibrando el lenguaje, que ya sabemos no alcanza para aprehender “lo real”, es decir, no alcanza para hacer que pase el tren, aunque sea la herramienta más eficaz que ha producido el hombre por su sofisticada capacidad de abstracción (por eso hablo de poesía y no de pintura o música cuyos lenguajes usan otros vehículos más tortuosos aunque no menos bellos,) para tales afanes; desequilibrando el lenguaje, mutándolo, equivocándolo, es como la poesía se aproxima a lo que sentimos, nos aproxima más y mejor a lo que sentimos (Ojo que estos sentimientos también pueden ser falsos digamos en sus causas, no así en su manifestación, pero no estamos haciendo psicoanálisis)
Nietzche, que era un señor que siempre tenía fiebre, sitúa el origen del lenguaje en el instinto, ya que supone que a todo pensamiento debe necesariamente precederle un lenguaje que lo permita. Entonces el germen de los lenguajes tendría un disparador “inconciente”, no racional, la razón es posterior al lenguaje. Pues bien, es en el universo de lo irracional donde hacen su órbita los sentimientos y es ahí donde sólo pueden darnos mentiras las palabras que se usan para las necesidades inmediatas: pedir un paquete de Derby al pulpero o demostrar que Costa Rica fue un sueño teórico de los liberales de fines del XIX y principios del XX o apuntar que la poesía es la vara más larga que tiene el lenguaje para acercarnos a expresar la posibilidad de lo imposible (los sentimientos y su realidad).
Pareciera que estoy haciendo una división entre un lenguaje poético y otro digamos común, pero la intención no es esa, al fin y al cabo los dos se construyen con palabras y son aguas de una misma pajilla. Por otro lado la poesía no es un asunto de iniciados ¡no hay seres más ordinarios que los poetas! Cuando Federico dice que las palabras están condenadas a mentirnos, la “mentira” es una categoría extramoral que para nada vicia las utilidades del lenguaje para la vida cotidiana, la educación, en fin la comunicación. Lo que sí creo es que en la poesía se logra una comunicación o conversación interna, a veces desde la alucinación y lo abigarrado, a veces desde lo diáfano y calmo. Los poetas propician eso en la humanidad y ese es su valor, no es una comunicación entre poeta y lector, que no es que sea imposible sino ingenuo esperar que suceda, sino una comunicación de la persona enfrentada al poema consigo misma y más aún con el lenguaje que le posibilita la vida, porque el poeta, después de escritos, también se somete a sus poemas.

Se ha dicho que ya todo está escrito. Borges tiene contabilizadas una docena de metáforas “esenciales” desde las que se dan una cantidad limitada de variaciones, lo demás, dice, pueden ser hallazgos meramente asombrosos, pero el asombro sólo dura un instante. Sin embargo yo creo que un instante ya es bastante. El lenguaje como máquina tendrá un funcionamiento básico, pero los sentires, que son historia y capricho, no.
A un amigo mío le gusta mucho una canción de Silvio Rodriguez que dice:

Los caldeos, los asirios, la Roma del poder
Supieron resumir mejor;
Los helenos, los egipcios, los hijos de Israel,
Ya estaban conversando del amor…

Después se pregunta Silvio: “¿Qué te podría decir desde hoy?”; yo no sé que le podría decir desde hoy a la muchacha, lo cierto es que el fulano, a pesar de esa duda retórica, escribe la canción.
Pues bien, ese es el imposible al que aspira la poesía: ¿Cómo le digo a esta mujer que la amo sin que suene nada más como que la amo? ¿Cómo mandar a la remierda a los Oscar Arias, sin que suene como que simplemente los estoy mandando a la remierda? Es decir, no es cierto que sintamos como se sintió hace cuatro mil años o dos mil años, no es cierto que sintamos como siente el vecino; pero el lenguaje no nos permite la particularidad, a menos que hagamos aburridísimos arabescos teóricos, o pongamos una nota al pie de cada palabra, y al carajo la abstracción del lenguaje y aún así, no podríamos decir lo que queremos decir.
Bueno, esa es precisamente la imposibilidad que con la poesía se pone en entredicho, a través del lenguaje quiere salirse de él. La poesía: ese tren que no pasa, que quizá nunca pase, que no va a pasar; ese tipo esperando, con su maletita llena de cosas que intuimos.

Besarles la boca


“soy un inmigrante del mundo mundial,
Indocumentado, un ser espacial”
Perrozompopo


Ponerles el rostro a las personas
Lavarles los pies
Y peinarles el cabello

Preguntarles qué muerte las seduce
Cuántas veces traficaron el silencio
Qué brillos nimban su deseo
Cuál visión les humea en el café
De qué planeta bajaron sus muertos
Por cuál suburbio suben al zapato
Qué extensión marcan para hablar con dios
Cuántas velas incendian sus ojos
En qué sitio blando cultivan el olvido
Cuál hombre los delata cuál mujer
Por dónde les crece el ombligo
Cuántos dedos hacen falta
Para enumerar los aniversarios de la nostalgia

Por cuál mapa se pierden en la noche.

Abstracciones de verano




Manchón de nicotina, angustia que celebra,
Ventana que se quiebra al roce de cortina.
Monedas en el piso, intrigas en los cines,
Caín de los caínes del nuevo paraíso.

Bípedo homo-business, estrella de tungsteno,
Esencia de veneno en la pila de los cisnes.
Marcha de afroditas, ceniza en los manteles,
Abel de los abeles de falsos edenitas.

Éxodo de abriles, pastel de despedida,
Contento de suicida leyendo en los atriles.
Museo de Bagdades, poltrona en el olvido,

El siglo detenido se instala en las ciudades.
Los valles de Vallejo, los nietos de Comala,
Los muertos en la sala de espera del espejo.

Romance de la Gentil Dama y el Rústico Pastor



-Pastor que estás en el campo
De amores tan descuidado,
Escuchad una gentil dama
Que por ti se ha desvelado.

-Conmigo no habéis hablado
-Respondió el villano vil-
Tengo el ganado en la sierra,
Con mi ganadico me voy a ir.

-Pastor que estás avezado
A dormir en la retama,
Si te casaras conmigo
Tendrías placentera cama.

-Vete a otra puerta y llama
-Respondió el villano vil-
Tengo el ganado en la sierra,
Con mi ganadico voy a dormir.

-Más es que la de la nieve
De mi cuerpo la blancura,
Rostro de leche y coral,
Delgadica en la cintura.

-Mucho bueno poco dura
-Respondió el villano vil-
Tengo el ganado en la sierra,
Con mi ganadico voy a dormir

-El cuello tengo de garza,
Labios dulces como la miel,
Las teticas agudicas
Que el brial quieren romper.

-No me puedes detener
Por más que tengas ahí,
Tengo el ganado en la sierra
Con mi ganadico me quiero ir.

-Amalaya el vil pastor
Que Dama Gentil lo ame
Y lo requiebre de amores
Y él se vaya aunque lo llame.

-El buey suelto bien se lame
-Respondió el villano vil-
Y por mas que me dijeres
Con mi ganadico voy a dormir,
Y por más que me dijeres
Con mi ganadico voy a dormir.



Joaquín Sabina

viernes, 25 de abril de 2008

Creíste ver tu rostro en el agua




Creíste ver tu rostro en el agua,
Desembarcar en costas de verde y hielo,
Pisar con los caballos
Las arenas de algún astro viejo,
Revolver los cielos con fuegos nocturnos.

Creíste
Soñar los muros de barro
Y los mausoleos erosionados
Creíste
Esculpir las almas en el bronce y las maderas,
Crecer espigas de sol,
Calzar puntas de rayo en tus lanzas

Creíste ver tu sombra creciendo a tus pies,
Escuchar a los niños repetir tu nombre en sus cánticos,
Desnudar la muerte
En los lienzos y las aulas.

Creíste
Embotellar las galaxias en el transistor
Y venderlas en los souvenir shops.
Creíste darle vida a los espejos
Mudando de sombrero de siglo en siglo
Creíste que los animales acudirían a su nombre,
Que las avenidas llegarían al mar.

Creíste despertar esta mañana
Con un despertador que te enfriaba la entrepierna
Y un periódico deshojando en el jardín.

Estación La California o Las Siete hormigas (sueño)


A Pame

A veces ella saca una sombrilla de su bolso; entonces llueve. La Estación La Fornicalia existe en alguna tarde en San José que pendula inventando segundos y cuadrantes. Nosotros, bajo el techito ambulante que recoge la lluvia, salimos a buscarla. Si la hallamos, una casona vieja nos recibe entre sus pasillos llenos de puertas.

-Hay que repetirse, repetirnos siempre aquí como esas puertas -dice sin verbos, soltándose el pelo frente a un espejo que la repite en alguno de los cuartos. La ventana, abierta al barullo de la ciudad, comprueba las bondades del refugio.

-No hay deleite en el cigarrillo si se piensa en él. Yo no pienso en vos -me dice- cuando estamos aquí, pienso en cosas que no conozco, que aún no existen. Algunos animales nacen de esta forma, algunas máquinas también. Los libros son mentira. Pero sólo esta puede preñar la realidad de nuevos seres.

El cuarto es pequeño, sin embargo estamos en la parte ancha del embudo.

-Acá estaremos bien porque no estamos, como cuando se parpadea. La inconciencia tiene las esencias del perfume. En la gaveta de la cómoda hay un mapa; no la abrás.

A la Estación La Fornicalia se llega en cualquier momento, pero sobre todo en bus. El péndulo se mueve fijo desde el punto. El punto tiene la virtud de lo posible más allá de lo Cierto.

-Mirá cómo desnudo sos más bello, menos vos, más eso que no tiene nombres y llamás tornillo o felino o cortina, amordazándolo. Mi mano no es mi mano y te toca; imaginaria como el punto.

Una hormiga baja por la pared tras otra hormiga que anda tras otra hormiga que a su vez sigue a otra hormiga que sigue a otra seguida por otras dos.

-El niño, que es observado por vos, las observa seriamente y luego las aplasta con el índice. Ya aprenderá (pobre) a ignorarlas. Mientras tanto, aplastá las hormigas que me hurgan bajo el vientre.

Una única vez seguimos viniendo a la Estación de La Fornicalia. Ella trae un telescopio que extiende desde la cama a la veladora para colgar la sombrilla y verla llover; yo, una baraja, que usamos para explorar las posibilidades del azar jugando Tonto.

Whoo-ah!




… A tail is in the tail. Hah!
Oh, but I still smell her…
Women! What could you say? Who made’em?
God must have been a fucking genius.
The hair… they say the hair is everything, you know.
Have you ever buried your nose in a mountain of curls and just wanted to go to sleep forever?
Or... lips, and when they touched yours were like the first swallow of wine after you just crossed the desert.
Tits! Whoo-ah!
Big ones, little ones, nipples staring right out at ya, like secret searchlights. Mmm!
And legs… I don’t care if they are greek columns or second hand Steinways; what`s between’em…passport to heaven…
I need a drink.
Yes, Mr. Simms, there’s only two syllables in this whole wide world worth hearing:
Pussy.

Lieutenant Colonel Frank Slade

miércoles, 16 de abril de 2008

Filias y fobias (american way)


Todos en casa sabíamos que se aproximaba inminente. Sabíamos que ese día iba a llegar con su caja de Pandora bajando por las paredes como los germanos en desbandada; pero estábamos preparados, nadie vio nunca una familia más eficiente y organizada que la nuestra. Por supuesto no las provocábamos y evitábamos cualquier contacto frontal con ellas. ¡Qué ilusos!

La medida de contingencia inmediata consistió en deshacernos de todas y cada una de las plantas ornamentales dentro y fuera de la casa. Por supuesto Shannon, mi esposa, fue la más afectada; estaba tan encariñada con sus hortensias y sus geranios, sin embargo, descubrió que le quedaba más tiempo libre para probarse sombreros y pintarse y despintarse las cejas, así que al cabo de los días encontró ventajas en el asunto.

Sin plantas en la casa las despojamos de cualquier chance de camuflaje y hábitat doméstico, lo que resultó, muy a pesar de mi orgullo de estratega, insuficiente y contra producente: una mañana Nick, el menor, alcanzó a ver la cola de una de ellas escabulléndose por una hendija del cieloraso cuando se despertaba, además, descubrió en la almohada sus excrementos diminutos e indeseables, ridículos y ofensivos, probablemente la escurridiza andaba en una misión de reconocimiento con el objeto de apoderarse de su habitación ahora que no tenían donde esconderse. Por más que insistimos (el trance fue traumático para Nick), no lo pudimos convencer de que se instalara en ese frente a contener la avanzada. Se pasó a dormir con Nick, el mayor, y estuvo tres meses en tratamiento con el Dr. Freeman, psicoanalista de la familia. En un acto heroico Nick, el del medio, que siempre fue el más aguerrido, y yo, amputamos la habitación de la casa, la desmantelamos sistemáticamente, quemamos la cama y la ropa junto con los restos del techo y las paredes. Ni señal de ellas. Animal más astuto no hay.

Ante la alarma general de los vecinos, que no comprendían por qué demolimos ciertos sectores de la casa, por qué quemamos los libros y tiramos a la calle la lavadora y el secador (ya habían avanzado por el este hasta el cuarto de pilas y por el sur hasta la biblioteca), Nick, el mayor, que siempre fue el más conciliador, tuvo la idea de realizar una campaña de información para prevenir al vecindario del peligro en que nos encontrábamos y así, procurar su apoyo en una lucha común contra esos detestables bichos trepadores. Un domingo, después del culto, los tres hermanos se dedicaron a repartir volantes casa por casa explicando la situación. La respuesta no fue la esperada: la señora de Alfaro no volvió los martes a jugar a la baraja con Shannon, don Fernando, el del almacén, me cerró el crédito, a los dos menores no había quién les pasara un balón en los partidos de los sábados y al mayor, le prohibieron visitar a Shannon, su novia.

Ni la burla ni la indiferencia nos desalentó, todo lo contrario. La familia entera se inscribió en un curso por correo de control de plagas que duró seis meses. Para cuando nos llegó el certificado de participación ya habíamos perdido la sala de estar, la cocina y el cuarto de baño, sin embargo no reculamos, ese mismo día empezamos a fabricar pesticidas caseros y toda clase de venenos que rociamos fervorosamente alrededor de la casa y en los muros exteriores (menos Nick, el menor, que es alérgico a todo tipo de cosas). Esa noche nos fuimos a dormir contentísimos.

A la mañana siguiente nos levantamos ansiosos, esperando ver decenas de cuerpecitos, inertes unos, y convulsionando otros, para declarar al fin la victoria definitiva. Cuál fue nuestra sorpresa al descubrir que en vez del épico escenario que imaginábamos, nos esperaban la policía, doña Aura, que fue la que puso la denuncia porque dizque le envenenamos el gato y el Dr. Freeman (maldito traidor) con cuatro de sus enfermeros, a la entrada principal de la casa, ahora reducida únicamente al dormitorio matrimonial, donde, aunque estrujados, estábamos tranquilos Shannon, Nick, Nick, Nick y yo.

No atendieron a nuestras razones. Es cierto que teníamos varios meses sin asearnos, es cierto que en los caños habían dos o tres perros muertos, pero también es cierto que Alonsito, el menor de doña Aura (y de esto nos dimos cuenta hasta que los oficiales nos introducían en la patrulla), tenía uno de esos animalejos en el hombro desde donde nos miraba con sus ojos agudos y malignos.

lunes, 14 de abril de 2008

Mapeos


Sexo sin amor
A Pamela

Romper el aburrimiento de la tarde
Hervir el vino y no tocar las tetas por su nombre.

Escupirle al cielorraso sin esperar las represalias
Claro que te amo
Pero a quién le importa
Cuando abrís así la carne:

Aún no nos ahoguemos

Posando en poses animales
Seremos la envidia de los niños.


Tribus
A Carlos y Andrea y a Pamela

Los mundos que imaginamos
No caben en la vigilia precipitada
Ni en las ediciones meridianas

Por eso nos demoramos por esas calles
Conservamos en alcohol el hielo
Y otros inventos ancestrales

Soplamos sobre el vidrio
Los vahos de la infancia
Cargamos el prisma de neones y tungsteno

Rescatamos los amoresviejos del último bolsillo
Y los dejamos por ahí

Deambulando
Entre lunas artificiales
Y cabinas telefónicas.


Ceniceros
A Andrea

Por lo menos uno
En cada habitación

A veces dos
Tres

En cada uno su ceniza y sus minutos
Sus palabras

Por supuesto que no son el tiempo
Pero lo recogen en sus bóvedas sin fondo

Nos reunimos alrededor del fuego
Hogueras de bolsillo
Cancerosa algarabía que se vierte
Un sedimento de música
De risas y silencios

Cultivadores del humo y sus presagios
Aprendimos a leer los rostros en la penumbra

Al menos uno en cada habitación
Y en cada uno su ceniza


Arcano
A Esteban (ex-nobio y rocanrol star)

Decir luna
Y no imaginar satélite
Ni armstrong
Ni queso

Sino serpiente
Pluma en picada
Árbol que hunde su raíz en los dominios del avión
Mujer tibia
Con hoguera y vidrios en su aroma
Agua que se enrosca
Punta de rayo
Concha caracol ombligo

Decir luna
Y ya no morirse nunca.

El Gran Samueleador




No sabe que nos mira
Ni sabemos que no nos mira

El Gran Samueleador se intuye en la desgracia,
Flota o se sumerge,
Vuela o se arrastra.

Nadie sabe cuántos dedos tiene
Ni cuál niño lo persigue.

Le pesan los rostros en sus párpados
Le duele el vientre seco
Las uñas se le encarnan
Duerme bocabajo en los sillones de la casa.

no comprende los relojes
aunque se divierte en ellos
resoplando el tiempo
como pelusas del polvo del olvido

Réquiem por (si) las moscas


Réquiem por (si) las moscas

Una mosca es todas las moscas y al revés. Insoportable vuelo salvaje en territorio aéreo doméstico. Los manuales dicen que tienen muchos ojos. ¡Quién se ha visto en el ojo de una mosca! ¡Maldito sea su ulular errático y sus depósitos! ¡Maldito su impertinente zigzagueo, su imperceptible masticar, su frotación de los bigotes!

Yo tuve una mosca alguna vez en una jaula para moscas con su columpio de hidrosilicato y su cuenco de agüita azucarada. ¡Jamás aprendió a cantar! Murió de vieja sin darme tiempo siquiera de ponerle su nombre de pila.
Dios la tenga en su sopa.

CITY GUIDE


I


Quien quiera ocuparse en la construcción de ciudades debe tener en cuenta

1) que las aceras, por ejemplo, son irrepetibles y como el río, una acera nunca vuelve a ser la misma acera.

2) Que las esquinas se ladran de perro a perro sin reales intenciones de morderse.

3) Que ni las estatuas ni las palomas tienen la culpa.

4) Que los teléfonos públicos suelen saber más de lo que dicen.

5) Que ciertas especies vegetales crecen sin ánimos de ofender en las cornisas de los edificios. 6) Que el sol fermenta tanto las cáscaras de las frutas como tuesta la calva de los postes de luz.

7) Que los periódicos, cuando los abandonan en el parque, se dejan deshojar lentamente por el viento debido a esa vocación por la belleza de las cosas olvidadas.

8) Que los parquímetros sufren de mala memoria, por eso raras veces recuerdan qué están haciendo ahí.

9) Que no hay bus que por bien no venga.

10) Que en los bulevares se encuentran las pistas para los grandes temas.

11) Que los semáforos son daltónicos y les vale un pepino.

12) Que los pericos son verdes de día y de noche silencio.

13) Que los trenes nada tienen que ver con lo efímero porque no tienen ni principio ni final.

14) Que las colillas son una pandemia inexorable.

15) Que hasta segunda o tercera generación los árboles se sienten extranjeros a pesar de sus raíces.

16) Que los paraguas se cierran y abren como guiños que se le hacen a un cielo alto-alto como las azoteas de los bancos.

17) Que sobre todo los jueves, las gatitas en estado suelen maullar de espaldas al mundo.

18) Que los cipreses no pasan de ser un lugar común en los cementerios.

19) Que el eco de las voces de las catedrales no sirve para romper vitrales y se consume en el intento.

20) Que los circos itinerantes a veces olvidan a dos o tres payasos en una esquina y ahí se les ve, deshojando margaritas de colores .

21) Que la paciencia del comején es más grande que la de Dios.

22) Que algunos fantasmas le han perdido el miedo a la mañana.

23) Que siempre hay hormigas abajo revolviendo el mundo.

24-25) Que la muerte nunca es un turista y Que la vida es una cicatriz de nacimiento siempre emparentada con alguna calle, con alguna avenida.


II


Tras el inventario de adoquines
el sol resopla entre nubes negras
las polaroid recogen las últimas luces de algún rostro
antes de emigrar de nuevo

una orden de comején de tradiciones milenarias
sueña tras su infinita paciencia
ganarle el pulso al dios de los que rezan

los maniquíes acechan a sus presas
y las presas imaginan lujosos obituarios
donde colocar sus nombres

un teléfono llama

así caminan
caminamos
hacia el bus que nos llevará donde sabemos.


III


Ahí
donde salen a jugar los que olvidamos
y se reúne el frío alrededor del fuego.
Ahí
donde no se responde nunca al nombre
y los pájaros nacen ciegos
y se estrellan en los parabrisas
y vuelan ciegos hacia el horizonte
y vuelan

Ahí
donde las estatuas se erigen decapitadas y obscenas
porque ya se sabe
y la sombra es multitud de faros rotos
Ahí
donde se entra en el silencio y en las ambulancias
sin llaves de la casa
y el corazón se da en prenda a los paseantes...

una simple mirada sobre la puesta de sol
puede provocar la muerte.

IV (ocio)

Suelo conservar
las lloviznas en el humo
abro y cierro mi paraguas sin chantaje
como un guiño
para el ruedo de las enaguas de los cielos

porto salvoconductos en cada cigarrillo
y en cada humareda
un augurio caprichoso
trafico silencios por las avenidas
oculto un grillo afónico
bajo el ala del sombrero

resucito en las horas muertas
dejo todas las faldas dirigirse a su horizonte
antes de volver a casa
asisto al adoquín
con mi penacho reluciente:

Nacimos para estar aquí

resumo al despedirme.

V (panóptico fingido e inconcluso)

Las sombras no son tan elásticas como antes
pienso que piensa un viejo bajo un árbol,
consultando el reloj por no bostezar desnudo.

un perro mira el cielo desde su alma de perro
y tiembla
temiendo la fisura del relámpago.

aplasto el suelo con los pies.

deshaciéndose contra el aire
un niño corre tras lo que los niños corren
alguien grita;
una mujer intuyendo el desamparo

se especula que es el sol
esa mancha ocre que se agrieta con la lluvia


Hace siglos que los paraguas dejaron de ser presagios
pregona el pregonero haitiano que los ofrece a mil.

VI

...de palabras hizo su trono y su corona,
sus ejércitos y ciudades,
de palabras su mujer...




domingo, 13 de abril de 2008

Pasquín de retratos

A la familia putativa, esa desdeñosa y huérfana.

Barba pelirabiosa,
historiabundo;
historiabundo,
tiempo que nos acosa,
edad del mundo,
beso que no se endosa,
niño profundo.

Hombro de porcelana,
ojo medusa;
ojo medusa,
luna por la mañana,
viento que azuza,
socia en la mundana
escaramuza.

Zumo de yerbabuena,
voz sin tintero;
voz sin tintero,
brindis en la colmena,
labio con pero,
cuenco de luna llena,
tamborilero.

Mambo en las caderas,
río que suena;
río que suena,
tinte de las maderas,
reloj de arena,
rastro de enredaderas
en la melena.

Todo como si nada,
fray Bonaparte;
fray Bonaparte,
unta el pan con la espada,
dar es un arte,
sorbo de limonada,
punto y aparte.

Amorcito corazón,
sarape risa;
sarape risa,
frío en rebelión,
huella que pisa,
cántame una canción,
llorona hechiza.

Marea que se derrama,
faro bahía;
faro bahía,
luciérnagas en la cama,
copa tardía,
es según mala fama,
más de ella que mía.

Mesas que se revientan,
sala en penumbra;
sala en penumbra,
risas que se lamentan,
humo que alumbra,
mientras los dedos tientan
el codo encumbra.

abril 2007
Pelele, sin sombrero.