Richard Oelze
Tenemos lo que
tarda en hacerse el café
para bailar esta
canción. Creeme
todo está en
llamas tras el ventanal:
los billetes en
los cajeros automáticos,
el olfato de
los perros y el reloj de los bartenders,
las llantas del
transporte público. Bailemos ahora,
ahora que puedo
dibujarte o componer animales
que se sujeten
del viento.
Andar para que
existan las calles
como si el
descuido fuera un propósito
ahí donde hemos
tenido un cuerpo y lo hemos usado.
El cauce de la
noche pule el domo de la catedral,
un cráneo
blanco que acontece lánguido frente al parque.
Los caseríos se
relevan idénticos bajo los ojos de ese pájaro
que lleva algo
revolviéndose en el pico,
¿el roedor que habita el
alma? Sí.
Ahora estás en
otra isla,
lo sé porque no
regresan las viuditas
que libero con
tus señas.
Creeme, yo
quiero darte una flor cuando estoy triste,
pero no hay
nada más difícil;
yo quiero
voltear al amanecer cuando salís del sueño
igual que
alguien que vuelve de la noche
cargando el día
como un farol. Dar pie con bola amor,
tumbarle las
manzanas al manzano
y hacer una
ensalada.