lunes, 10 de noviembre de 2008

Los amigos de Fabio


Todos los amigos de Fabio suelen conversar sobre la luna apenas se presenta la ocasión. Por supuesto de noche hay más ambiente para estos temas satelitales y para la tertulia. Por eso es común verlos sentados en el corredor de la casa de Fabio al anochecer, aderezando el tiempo con cigarrillos y café recalentado.

Uno de los amigos de Fabio, que quiere ser poeta, sostiene que cuando la luna aparece llena y de un blanco percudido es porque está fumando -la luna fumadora, tras un velo de alquitrán que le amarga la sonrisa- dice con gesto inspirado y solemne.

Otro de los amigos de Fabio, que es poeta, alega que en cuarto menguante la luna es la sonrisa curda de ese gato huido de los bosques oleosos que comúnmente brotan de las páginas de los libros de Lewis Carroll –El gato esfinge, de Cheshire el gato- Apunta resuelto mientras da un sorbo de café, deseando que fuese té.

Otro amigo de Fabio, que es comerciante, les advierte preocupado y con elocuentes ademanes que si ese gato es el del anuncio de Bucafresh ni siquiera se tomen la molestia, porque sin duda, hoy por hoy, el mejor dentífrico en el mercado es Dentilux –y a sólo cuatrocientos noventa y cinco el tubo grande- acota informado.

Por último (Fabio es un tipo silencioso y de pocos amigos), otro de los amigos de Fabio, que está loco y siempre llega tarde, grita agitado desde el portón de la casa que le abran pronto porque acaba de descubrir, en medio de quién sabe qué trance místico, que la luna no es un diente. -¡ni siquiera uno de leche!- vocifera mientras agita los brazos.

1 comentario:

Jenaro dijo...

Ilustra ese asunto (ya antes conversado) de la inutilidad: la poesía (más allá del poeta) es una vocación de querer ser. Se me hace que el amigo de Favio que quiere ser poeta es más poeta que todos (incluyendo al comerciante, a pesar de que, en rigor y en vista de los más recientes acontecimientos de la moda literaria, podría ser un buen tipo para conversar o un colaborador de marioneta desinflada)