miércoles, 9 de diciembre de 2009
Cuatro poemas de Alfredo Cardona Peña
Tríptico del vuelo
1)EL ARCHAEOPTERIX
Se inició entre los árboles: lento, difícil,
arañando carbones con dedos de cuchillos.
Al llegar a la altura se cansó como un trueno.
Fue cuando sintió que de sus armaduras
salían vibraciones parecidas a látigos,
y que estas se iban transformando:
se abrían y cerraban como puertas metálicas
empapadas en gotas de diluvios.
Eran uñas de selva, gritos de terremotos,
preparaciones para abanicar oceanías.
Aulló, triunfal, la noche. Mas su enorme osamenta
cayó sobre los cráteres: imposible
sostener en el aire respiraciones de siglos.
Pero se habían iniciado las rutas, y allá...
2) ALAS
... Nacieron alas, brotaron espectáculos
de materiales flexibles, sonoros, plumas
que al tirarse al vacío sonaban como vidrios quebrándose.
Amanecieron en las montañas, recogidas
en caos de vapores, temerosas, tiradas
como sábanas en desorden. Mas pronto alzaron
sus máquinas de tántalos animales
al cielo. y sacudiendo masas que dolían
surcaron por primera vez los reinos transparentes,
se movieon en densos tumultos suspendidos
con hélices de picos taladrando silencios.
Desde entonces el universo cambió,
hubo criaturas etéreas, y compactas
muchedumbres de garras viajaron hacia el canto.
3) PÁJAROS
Aparecieron, raros, silenciosos, cubiertos
de tempestades, no aptos para festejar todavía
el amanecer victorioso. pero se dedicaron
a trabajar la luz en sus cámaras óseas,
y estudiando la aurora para ensayar sus almas
pudieron ejercitar ascensiones,
dominar para siempre dominios intocables
y por fin derramar sobre todas las cosas
el misterioso poder del canto, sus éxtasis.
As{i, descendientes de peces profundos,
hijos de palpitaciones de monstruos,
los pájaros inundaron júbilos, lejanías,
mientras abajo iban amaneciendo los hombres,
raros, silenciosos, cubiertos aún por tempestades.
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DESPERTAR
Cuando nació no pudo conocerse,
no abrió los ojos. Estaba dormido.
Durmió durante noventa y cuatro pulsaciones.
A veces él creía estar despierto
pero su condición lo reprobaba.
No asumió la función de la vigilia
sino los espectáculos del sueño.
Nunca miró, con la ventana abierta,
ni la vasta pintura de las cosas
ni el júbilo secreto de las plantas.
Siguió dormido, impar, bajo la noche
desconocidos átomos y luces
tal vez soñando. Hasta que un raro día
por fin se despertó. Y estaba muerto.
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3 comentarios:
Buena selección. Además, esto me recuerda que dejé trunca mi "Historia de la Poesía Costarricense".
Saludos.
Es tan dificil encontrar poemas de Alfredo Cardona,
un saludo desde el Istmo de Tehuantepec.
Saludos Damián. Sí, no se editan más, al menos aquí en Costa Rica, sus poemas. No sé en México.
Gracias por saludar.
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