lunes, 10 de octubre de 2011

La bicicleta

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Ni yo ni el que escribe le conocemos.

Los dos datos anteriores no tienen la menor importancia práctica.

Sin embargo, para su entretenimiento,
estábamos pensando tomar una carey
por las patas –o una bicicleta, da lo mismo
y balancearla rítmicamente a cuatro brazos
para estrellarla contra el ventanal
al fin de seis o siete toques.

Tal vez al quebrarse el vidrio suene como papel
cuando se arruga o se quema,
tal vez el sopapo de la tortuga contra el mármol
emule la vibración del cosmos.

Lamentablemente no contamos con una tortuga
a una distancia razonable y a lo real
donde nos encontramos no hay lo que se llama un ventanal
más bien una ventanita con su telita de araña y su dedal oxidado
y el piso es un piso cutre
lustradito pero cutre
del INVU.

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