lunes, 12 de diciembre de 2011

Dos pelis


Una demencial hasta la histeria colectiva, la otra amarga como la rabia que desagua nunca en llanto. Las  dos violentas. Una absurda, la otra más. Dos pelis situadas en la posguerra civil española. Una en alguna zona rural de Cataluña, la otra en las calles de Madrid. Balada triste de trompeta de Alex de la Iglesia y Pan Negro de Agustí Villaronga. Dos películas que  se nutren en el envilecimiento social que se cultiva en torno a los conflictos bélicos que fundan y refundan sociedades con parques para que los niños jueguen a matar y maten. Una con el humor negro y la estética recargada y sucia de los comics, la otra con el realismo polvoriento.  Poniéndole la nariz al payaso una, y el escupitajo en la cara al indolente la otra, en las dos pelis nadie gana. Todos pierden.

Nuria: ¿No te gustan los pájaros?... Pues lleno de pájaros muertos, disecados, así sería tu retrato: El retrato de un asesino de pájaros… Mano muerta, mano muerta, llama a esta puerta… Sabes qué, un día me gustaría pegar fuego a un pájaro; una bola de fuego volando por los aires, chillando hasta caerse por tierra: la lluvia de cenizas es cuanto quedaría del pájaro… ¿Tú has querido morirte alguna vez? Pues yo nunca me moriré entera, me iré muriendo poco a poco… un día una mano, otro día la otra. Piensa que ya estoy un poco enterrada y cuando esté bien muerta ¡mierda a los vivos! Mano muerta, mano muerta, ahora ya no podré morir.

Andreu: ¡Estáis loca!

De Pan negro

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