Dejó de
llover.
Pamela
dibuja cayenas en un cuaderno de bocetos,
quiere otro
tatuaje –tal vez con el aguinaldo–.
El gato
hace la ronda, se entretiene con una pelusa
entre la
puerta de entrada y el desayunador, donde hay
un aguacate
que compré esta tarde para la sopa de la noche;
luego de
perdonar al mundo, se echa sobre un cojín.
Entre
videos de youtube y una entrevista a
Sting en The Guardian,
yo trato
de escribir un poema sobre una muchacha que duerme
y sueña
que está a salvo.
“I´m not usually happy”, dice
Sting a la entrevistadora
en una
terraza soleada de algún hotel en Francia,
“but, at the same time happiness can be
thought
of as a kind of bovine state, cows are happy…”.
El gato
ha desaparecido, Pamela se esmera en un pétalo ancho
que un
día de estos será vibrante y rojo,
yo dejo
dormir a la muchacha en el poema,
me
levanto y voy por un vaso de leche al refrigerador.
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