martes, 1 de octubre de 2013

6:15 p.m



Dejó de llover.
Pamela dibuja cayenas en un cuaderno de bocetos,
quiere otro tatuaje –tal vez con el aguinaldo–.
El gato hace la ronda, se entretiene con una pelusa
entre la puerta de entrada y el desayunador, donde hay
un aguacate que compré esta tarde para la sopa de la noche;
luego de perdonar al mundo, se echa sobre un cojín.
Entre videos de youtube y una entrevista a Sting en The Guardian,
yo trato de escribir un poema sobre una muchacha que duerme
y sueña que está a salvo.
“I´m not usually happy”, dice Sting a la entrevistadora
en una terraza soleada de algún hotel en Francia,
“but, at the same time happiness can be thought
of as a kind of bovine state, cows are happy…”.
El gato ha desaparecido, Pamela se esmera en un pétalo ancho
que un día de estos será vibrante y rojo,
yo dejo dormir a la muchacha en el poema,
me levanto y voy por un vaso de leche al refrigerador.

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