La convocatoria a un referéndum para decidir si son o no convenientes las uniones entre personas del mismo sexo, es un completo sin sentido. Lo que deja en claro es, en todo caso, el profundo temor que algunos sectores de la sociedad siguen abrigando dentro de sus corazas. Temor a lo no dicho y a lo no tocado; temor al encuentro con lo que diverge; temor a perder las falsas seguridades sobre las que algunos basan sus pobres castillitos de arena, y otros sus monumentales catedrales de poder de rancia alcurnia y dioses denigrados.
Dentro de lo que ha dado en llamarse un Estado de Derecho, este es un tema sobre el que no debería colgar ninguna duda una vez que estamos iniciando este re-profetizadísimo siglo XXI. El Estado tiene, dentro de sus responsabilidades últimas, justamente el ser resguardo y garantía de los derechos de las personas; es decir, el Estado no debería tener que consultar estas cosas, así como una sociedad cuya auto-imagen es la de una sociedad solidaria y hermanable, debería estar más cercana a las actitudes y convicciones que promueven el libre y gozoso desarrollo de sus pares. El Estado no otorga derechos, sino que debe reconocerlos formalmente ahí donde estos están subestimados.
La escandalosa mayoría tampoco tiene decisión ni competencia sobre los derechos humanos e individuales. Los prejuicios de muchos no deben ser consuelo de nadie. Legislar a favor de los derechos y responsabilidades que la comunidad homosexual del país exige se les reconozcan, y acoger y dar trámite al proyecto de ley de sociedades de convivencia u otro que se le parezca, sería lo propio por parte del Congreso; así como estas demandas debería realizarlas la sociedad en su conjunto.
Ninguno de los argumentos en contra se sostiene si la vara para medir que utilizamos es lo que de humano haya en la raza humana; algunos son de una ingenuidad injustificable, otros de una perversidad imperdonable; todos, se apoltronan en la evasión de la realidad social del país y del mundo mundial.
Eduardo Valverde F.
Junio 2010
11 comentarios:
Bien dicho. Apoyo total.
Saludos
Coincido. Estoy tan molesto. Me enoja este abuso de poder de las fuerza del Opus Dei metidas en las estructuras de poder. Me enoja que se acorrale a otros seres humanos. Estoy bravo, es el enojo que me da la impotencia de no poder cambiar lo que sucede.
Por favor, con este tema, me permití reproducir algo de este blog en el mío. Espero que no haya problema. Si lo hay, me lo dicen.
http://casandrahijadpriamo.blogspot.com/
Asterión: eso, hay que hacer eco de este asunto.
William: La institucionalidad de este país tiene ya tiempo de funcionar en detrimento de lo que debería defender. Es terrible que instancias como la sala IV y el Tribunal Supremo de Elecciones, dirijan sus fuerzas en contra de los ciudadanos, contrario a lo que se supone de ellas.
Casandra: Ningún problema, este es un tema que debe plantearse en cuanta vitrina posible, porque no es una problemática aislada, sino un sintoma sistémico.
Pelele, lo invito a que venga a mi blog, a propósito de su blog y este tema.
Los negros no podían pasar de Turrialba,las mujeres no podían votar, las mujeres no pueden ser sacerdotisas católicas, los sacerdotes no pueden casarse, los homosexuales no pueden unirse legalmente para formar una familia.
Los derechos humanos no tienen por qué discutirse ni someterse a referendos, solo se aplican, se ejercen y ya.
Ese referendo, desde su invención nace nulo,por cuanto un país que ha refrendado cuanto convenio de derechos y declaraciones universales se han creado, no puede someter a decisión de una mayoría que ya se sabe está prejuiciada por cavernícolas dogmas religiosos,por la doble moral prevaleciente, un asunto que ni siquiera debería discutirse.
Los homosexuales tienen el derecho de fundar una familia y buscar como todos la felicidad y el de disfrutar de todas las prerrogativas y beneficios de que disfrutan las parejas heterosexuales.
Todo lo que vaya contra ésto es opresión, persecución, inquisición.
Hay en Cinearte un enlace a una película maravillosa sobre el tema, se trata de una comedia española titulada "Fuera de Carta". La recomiendo.
http://cinearte-roncahuita.blogspot.com/2009/12/fuera-de-carta.html
Yo creo que cada uno tiene derecho a hacer la vida que se le antoje mientras no ofenda a nadie. La Iglesia no es quien para interferir en esos asuntos.
Muy bien Eduardo!! Haces de muy buen martillo, clavando los que estan torcidos y doblados.
Esta vitrina del miedo que utilizan como mampara, para empecinarse en generar otredades, es fatídica. La incesante generación-degeneración de la opinión pública, es absurda y preocupante -no se si escucharon del grupo de vecinos organizados, que autodenominados los "Vigilantes..." patrullan su barrio, auyentando trasvestis-, y más cuando esos que defienden el llamado "estado de derecho" legitiman diferencian sin argumentos -es que no hacen falta, las mayorías no pueden decidir sobre los derechos de las minorías, punto!- y lo banaglorian asumiendo que escuchan al pueblo, potenciando la organización de piña-ticas electoreras, para después de forma audaz, quitarse el tiro y afirmar que el "pueblo tiene una voz" y que es ese mismo pueblo, el que decidió!!
Gustavo: Así es, no se pueden abordar estos temas desde posiciones religiosas dogmáticas, sino desde el simple y llano reconocimiento de "lo otro" como propio y cercano dentro de la vida social.
Lola:Eso que señalás es justo el gran tema: los discursos reduccionistas y simplistas sobre la democracia. La figura del referendum, recién instituida en el país, se ha convertido en una herramienta para que los grupos de poder -conservadores hasta el tuetano en lo social y liberalísimos en lo económico- sigan echándole leña al fuego de los prejuicios sociales. El discurso demócrático, como decís, es una mámpara de cosas siniestras
Excelente cometerio, compañero. Adelante.
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