miércoles, 1 de diciembre de 2010

Estímulos

Richard Avedon


Imaginate el silencio.
Una habitación con hilos de humo
de los que cuelgan la boca o las manos
y una cortina que se infla desde fuera,
(un humo sin plegarias,
una cortina con ventana)
Especulás entonces que no has muerto.

Imaginate un acecho continuado de felinos ubicuos
relamiéndose el sigilo.

Tal vez para figurarte el silencio pensés en un avión lejano
un vuelo transoceánico donde las aeromozas
son pálidas y hablan sin mover el mentón
y sin memorizar los rostros de los que duermen
y sueñan sus sueños pírricos y anónimos.

Quizá los que sueñan suponen el cielo errante
o su reflejo mutilado conducido por los ríos hacia un abrazo de sal.
       El Amazonas con su cielo turbio de rastros de pies
       el Congo con su cielo turbio de piezas dentales y brazos
       el Misisipi con su cielo turbio de lamentos y lenguas
       el Bravo con su cielo turbio de vulvas y escrotos
       el Ganges con su cielo turbio de saliva y estómagos
       y así. Quizá en el intersticio del párpado alguno de los que sueña
confunda la aeromoza con una enfermera y le dicte
un número telefónico o las primeras sílabas
de una palabra que creía haber olvidado.

Quizá pensés que el dibujo del silencio
sea un cetáceo colosal que aprende a morir de viejo
y de tristeza en lo profundo del gran ojo
o las aguas que lo mecen y lo enfrían,
tal vez podás imaginarte todas las moscas del milenio
o del siglo o de la hora fingiendo dormir y agavilladas
sobre una pared o una columna o un elefante de piedra ennegrecidos
y tal vez querás descifrar cuál será la que desate el vuelo
multitudinario que te confirme que el silencio es indecible o que
ese era el ruido que te molestaba cuando leías un libro que hablaba
de una mujer sabia y vieja y pastora que llevaba sus rebaños
a morir de sed y de locura a un desierto.

Quizás para escenificarte el silencio
recordés un avanzar de neblina entre los faros
o una lluvia de tergal como un mantra sobre el cinc,
y bajo el cinc una habitación con hilos de humo
y el silencio sea un llover cernido de siglos que se empoza
para que bestias y hombres abreven.

3 comentarios:

Wílliam Venegas Segura (DW) dijo...

Me gusta por bueno el manejo de las imágenes, aunque me desentona el uso del tú confundido con el vos: mejor una sola persona gramatical, así como solo hay un receptor lírico. ¡Qué bueno que volvió a escribir, estimado Pelele!

Pelele dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pelele dijo...

William: gracias. Tomo nota, en todo caso esa confusión creo que es corriente en el hablar nuestro de cada día, para efectos del poema creo que me quedaré con el "tú", por cuestiones de ritmo.

Saludos