“De pronto, el mar suelta un caballo blanco…
y se queda dormido”
Rafael Alberti
Ya sean cristales forjados en el frío,
galope de caballos blancos
o cardúmenes de espuma.
Ya sean brazos absolutos disolviéndose,
furia inerte de dioses olvidados
o reminiscencias de un orgasmo de sirenas.
Ya sean prestidigitaciones
de lunas cegatonas y cinéfilas
o puro eco de voces aplacadas.
Estamos condenados al mar de las orillas
o a instalarle altares a los ríos de la isla.
4 comentarios:
Verosímil! El arreglo de imágenes insinua la desdicha todos los que nacimos sin mar, como pájaros sin cielo; aunque el auto (acña vuelvo de nuevo) prefiero a veces la nube al cielo
¿como una tendencia más a lo inmediato que a lo inabarcable? No sé, tenés que hablarme más de esto cuando volvás de guate. Por cierto, salud!
Al contrario, nada más inaprehensibe que la nube! El cielo siempre está ahí: con sus meteoros y sus agujeros en la capa de ozono. La nube no está, simplemente es
Buenisimo, es una dicha eso de nacer de este lado... asi uno puede imaginarse lo que no es y lo que podria ser...... por lo demas, un lujo de poesia ocular metamorfoseada!!!! (sorry por las tildes me las robaron)
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