jueves, 23 de octubre de 2008

Una forma de estar


Un recordatorio de flor seca en la garganta. Un artificio para darle forma al aire. Una oración que se reza para dentro. Es ridículo hacer una ceremonia del fumado aunque lo sea. Siempre le he rehuido a la fetidez mineral de los fósforos, prefiero el chasquido del encendedor seguido del siseo leve del gas como un murmullo de genio embotellado, solo eso ya genera un ambiente de liviandad a pesar del micro estallido. Usualmente fumo compulsivamente, digamos más bien que no me entero de cuando acaba y cuando inicia otro cigarrillo pero de repente ya ha anochecido y la luz eléctrica derrapa en el asfalto llovido. “Vamos a retar a la muerte fumando un cigarrillo en el parqueo”, dijeron en una peli. Uno se ríe. Es nimio pensar en el fumado. A veces cuando fumo y estoy solo me imagino solo y fumando. Una forma de estar, así, simple. No que halle reposo en ello, solo un gran placer que no puedo ubicar. Eso y acomodar palabras. A veces pienso que es lo único que dejo cuando me voy de cualquier sitio: una pilita de colillas, dos o tres palabras desencajadas, una cajetilla arrugada en la mesa.

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