Al principio era un martillo en la mano,
un martillo que servía para quebrar cristales,
ventanas de los autos y de las iglesias,
de los cajeros automáticos y edificios públicos,
de los cines y los teatros,
las ventanas de mi casa,
mis botellas,
mi monitor antiguo,
mis gafas antireflex,
Al principio.
Al final
era un pájaro con el cráneo
incrustado de añicos.
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