Este corazón
lo trajo un perro en el hocico
lo trajo
al centro de la plaza en el hocico
un perro
este corazón
Volver a las palabras viejas.
De decir luna brotaron tijeras
en las manos del alma del que crea
y ladrillos en medio de la jungla
no es un subterfugio
recobrar los inviernos para desnudarse
y palpar la intemperie,
volver a la caricia fraternal de los que ofrecen
una muerte pasajera,
al sur de las mujeres
donde se dosifica el diluvio universal
este corazón
al centro de la plaza
un perro
un cielo canceroso de estrellas agotadas
aguarda la nueva irrupción del telescopio
y las alabanzas de los niños perdidos
Enfundarse en los zapatos ya es un retorno,
subirse a los ascensores que descienden
una orla de buen humor
que jamás intuiría Dante
instaurar un árbol oxidado
en el centro de la casa
junto al televisor y los libreros
ponerle un nombre vegetal que desespere hasta la risa
este corazón
al centro de la plaza
un perro
Entre los dedos un cigarro
un seno un vaso un computador una guitarra
un añejo manuscrito
los anillos y las manchas de la infancia
un animal sin cuernos con capacidad para las sílabas
un recordatorio que ha quedado sin palabras
un conjuro evanescente
un huevo de madera
un ciclón
al centro de la plaza
un perro
3 comentarios:
Sé que es extraño, pero me gustaría saber su nombre... siento q lo conozco...
El nombre. Esa es la primer mentira que le decimos a la gente cuando nos presentamos. De esas mentirillas blancas que sirven para vivir en sociedad pero carecen de gusto. Eduardo Enrique Valverde Fonseca, para servirle a usted (esta es la segunda)
Pues acerté, sí lo conozco! (es tan extraña la payasada esta de la intuición femenina). Y tiene razón, el nombre es una mentira, de igual forma me encantarían sus servicios... (si se le hace más cómodo, es otra mentira)
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