Los hombros de la humankind (es una sospecha) son la bandeja de plata donde se le sirve cada mil y una noches su cabeza a Salomé.
Con un hoyo blanco en el bolsillo se camina inmune al universo por el universo.
Tanta furia puesta en una ensalada reúne a las familias para alimentarse por los siglos de los siglos.
Los hijos de Abraham se prodigan bombas que iluminan la noche donde duerme dios su longevidad, mientras Isaac e Ismael enamoran hembras frívolas y estudian lenguas, leyes y ciencias políticas en algún país lejano, desde el que escriben largas cartas sentimentales pidiéndole dinero, un mes a Agar y el otro a Sara.
El Hombre Nuevo, de traje ajado y barba roída, fuma en la plaza de los desempleados que es cualquier plaza
Un mal chiste nunca cuenta su miseria.
Fabián tiene la reina que me falta para la escalera y las palabras que olvido cuando quiero lubricar la poesía.
El chofer del bus es el único con certezas de destino y canta mientras da los vueltos: something is happening here and you don’t know what it is, do you Mr. Jones?
Las mañanas huelen a café mientras una mujer desnuda se peina al borde de la cama.
La chica de la oficina de turismo, ahogada en mapas de colores, no sabe decirme como llegar a la autopista 61, desconsolada marca números telefónicos mientras me alejo entre adoquines y el sahumerio estéril de un Derby.
No hay comentarios:
Publicar un comentario