miércoles, 1 de abril de 2009

Cuento

Construía ataúdes todos los domingos.
Él, que nada sabía de la muerte
construía ataúdes
como una necesidad primaria

uno, a veces dos por domingo
y los pintaba
y les ponía telas satinadas en su interior
biselaba los bordes con precisión intuitiva
sopesaba a contraluz los brillos del barniz

unos grandes otros chicos
otros medios

cuando terminaba uno
se tomaba un tiempo para admirarlo
aspiraba el olor recién creado de su caverna
reconocía la madera bajo el pelaje crispado
se demoraba en la suavidad de las almohadillas

al llegar la noche
lo estibaba con los otros en el patio
y cenaba viendo el resumen deportivo

los lunes se le veía tan contento
yendo a trabajar.

3 comentarios:

Jenaro dijo...

Pareciera una escena de Mientras agonizo de Faulkner!

Marga dijo...

Necrofilo... Bien!

Hatillonauta dijo...

Lindo. El tejedor de las pillamas demadera.