viernes, 16 de mayo de 2008

Aófis


A Lau

Aófis es una isla que empecé a visitar (dicen los que me conocen) desde que me convertí en pastor de selenitas. Sinceramente yo no estoy muy seguro de estas cosas. A pesar de que es cierto que desde niño tengo esta vocación por lo blando, nunca he llegado a conocer Aófis.
En Aófis sólo hay un monte, que es su centro y apunta con frenética determinación hacia lo que los sabios antiguos y modernos llaman cielo; si se le mira desde lejos Aófis parece un cono invertido. Desde una única naciente del monte de Alos bajan las aguas ensortijadas que se diversifican en muchos ríos y quebradas que desembocan incesantes, como la melena de una muchacha, en el mar agridulce que la rodea. En estas desembocaduras es donde los selenitas se aparean y se alimentan de caracoles y de una especie de ave diminuta que, según dicen los abuelos, crece de un árbol que sólo es posible hallar en los alrededores de la naciente única de Aófis; isla que empecé a visitar (dicen los que me conocen) desde que me convertí en pastor de selenitas, esas criaturas resbalosas y sobrias, inexistentes.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Que casualidad! Visito con frecuencia su página y hasta ahora encuentro lo que buscaba. Es más, hasta ahora me percato que esto era justo lo que andaba buscando. Pensaba que era el único que había topado con esta isla. Aunque tampoco la conozco en su totalidad, he andado por sus altos y bajos, probado sus nacientes y comprobado su estrechez y terquedad. Pocos cultivos resultan ahí, pero los que pegan crecen necios y frondosos. Curiosa isla esta, que rodeada de tan virtuoso archipiélago, apenas y copia los vicios de sus fértiles vecinas amigas.

Pelele dijo...

Pues tendremos que montarnos una excursión a fin de año.
Gracias por invertir ocio en el blog.

Anónimo dijo...

El ocio es un lujo. Lo aministro a mi antojo pero con mucha precaución. Por ambas razones procuro gastarlo mayormente en placeres. Considero que podría utilizar un poco para esta excursión, siempre y cuando sea para el tiempo de pastoreo. Los selenitas son criaturas curiosas. Por cierto que es este mi único reclamo a su descripción. Creo que los selenitas existen. De hecho conozco a uno. Un señor, don. Viste de colores fríos para contrastar con el cálido ambiente que habita. Sus posiciones, en ocasiones antónimas, le hacen ser obstinado y climático, cambiante. Pero es un gran selenita. Hace alarde de los efectos fotoeléctricos de su especie. Me equivoco o aún no sabe usted quién soy yo?

Pelele dijo...

Pues claro que existen, pero uno no puede andar por ahí diciéndolo a los cuatro vientos.. ya sabemos lo amarillista que es la prensa.

por el "ustedeo" de la redacción podría pensar que se trata de carlos, un joven estudiante de derecho y otras hierbas, aunque claro que podría equivocarme.

El ocio es un derecho, y hay que defenderlo. (sin panfleto)

Anónimo dijo...

Interesante!
El ocio es un derecho,
La prensa amarillista,
Y yo soy Carlos...

A mi me parece que el ocio es un lujo,
La prensa manipuladora,
Y yo no soy Carlos...

Al respecto de las dos primeras afirmaciones, creo que podemos discutir y argumentar nuestro desencuentro.
Sobre la tercera, estoy convencido de tener la razón. Como dice usted, puede equivocarse.

Pelele dijo...

Sobre el ocio arriba publiqué mi opinión al respecto, concedo que objetivamente es un lujo, pero lo es, debido a la alienación del hombre, creo es un derecho digamos natural o intrínseco al humano, en tanto es lo que lo posibilita como creador, que se ha visto desnaturalizado.
Con la prensa creo no tenemos mayores diferencias.
Respecto s su identidad, el hecho de que usted esté seguro(a) de no ser Carlos, y aún más que esté tan seguro(a) de que usted es usted, para mí es suficiente.

Anónimo dijo...

Leeré su opinión sobre el ocio. Compartiré mi perspectiva al respecto.
Sobre la prensa, coincido en dar el asunto por resuelto.
Sobre mi identidad, me parece que su texto revela más inconformidad que satisfacción sobre mi presentación, en la medida que me desconcede mi manifestación como masculino y pone en duda mi género con su lenguaje inclusivo.