sábado, 31 de mayo de 2008

Atardecer con sillón

Mis muertes nunca son definitivas
aunque es cierto que se van
acumulando ciempiés en los resquicios de la casa
y se sospechan sombras que se mueven de reojo
o frágiles sonidos que se ahogan

grillitos de mis muertes provisionales
niños que corretean mis olvidos y que fui
puchitos de colillas de cigarro
un abuelo
que canta con su voz que no recuerdo
objetos desteñidos y olorosos inmunes a los nombres
soliloquios de los otros
que habitan en el fondo de las tazas que me bebo

en fin
las muertes pequeñitas
que se juntan y no son
todavía
la muerte.

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