Por fin la he construido. Durante tantos años he recogido lo que deja el mar en las orillas; décadas vaciando basureros municipales, acechando chatarreras.
Acumulé el óxido de las bicicletas olvidadas. Organicé en desvanes de vigilia el acopio de los diarios y de las hormigas callejeras. Tantos funerales, tanto polvo; tantas mujeres pasaron a mi lado sin mirarme, tantos niños.
Vertí con cuentagotas el rocío por las calles y coseché los grumos que se desprendieron de la ciudad. Consideré tanto el silencio de los perros, como el agravio de las alarmas y los claxons en mis pesquisas.
Todo me sirvió. Todo fue un insumo para construirla.
Ya no espero nada, nada busco. Quizá solo voluntarios que se atrevan demolerla.
Ay! mis huesos, depués de tanto tiempo.
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