A jenaro, porque creo que le va a gustar (lo de Madonna es cosa mía)
Mueven sus colas infalibles,
amenazan de colmillo al caminante y al ciclista
mientras miran de reojo un autobús.
Lo mismo un portal que una plaza pública
que una iglesia,
se cagan con los ojos bien abiertos
tirando hacia atrás el mundo
con dos o tres desdenes de sus patas
y se alejan a saltitos
buscando los portones de una escuela
donde copular.
Husmean en las bolsas de las señoras
y en los traseros de los funcionarios
que hacen fila en las paradas;
le gruñen a los ciegos
y se lamen las verijas
en las esquinas donde pega el sol.
En las noches de invierno
levitan entre la neblina y las luces de los autos
ocultándose del frío,
olfateando las costumbres del ladrón,
delatando a los amantes.
No me refiero claro
a los que saben abrir puertas
ni a los que aúllan solo cuando hay luna llena
porque creen que es la cúspide de la elegancia.
Mueven sus colas infalibles,
amenazan de colmillo al caminante y al ciclista
mientras miran de reojo un autobús.
Lo mismo un portal que una plaza pública
que una iglesia,
se cagan con los ojos bien abiertos
tirando hacia atrás el mundo
con dos o tres desdenes de sus patas
y se alejan a saltitos
buscando los portones de una escuela
donde copular.
Husmean en las bolsas de las señoras
y en los traseros de los funcionarios
que hacen fila en las paradas;
le gruñen a los ciegos
y se lamen las verijas
en las esquinas donde pega el sol.
En las noches de invierno
levitan entre la neblina y las luces de los autos
ocultándose del frío,
olfateando las costumbres del ladrón,
delatando a los amantes.
No me refiero claro
a los que saben abrir puertas
ni a los que aúllan solo cuando hay luna llena
porque creen que es la cúspide de la elegancia.
4 comentarios:
Hermoso! Por cierto, sabés que los serpitecos rojos de zanzibar tienen un sistema digestivo muy similar a una vaca
Sustítuyase "serpitecos" por "cercopitecos" y vaca por estrella fría a punto de alcanzar un radio crítico
Pués no, no lo sabía, aunque alguna vez, cuando era un niño de esos que creen que para que el cielo se caiga basta con tirarle piedras, recuerdo haber pisado un deshecho tibiecito de lo que produce el sistema digestivo de una vaca. Se llamaba Bonita, vivía en San Carlos.
Me gustó viejo, ya se va viendo la capacidad de ver bonito lo infinitamente cotidiano
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