miércoles, 5 de agosto de 2009

Acuario I y II (2004)




...de palabras hizo su trono y su corona,
sus ejércitos y ciudades,
de palabras su mujer...

Del libro de los Céteetras

I

-¿Qué te parece? Llegó ayer al correo con otros cuatro que no me animo a leerte por miedo a caer en una de esas depresiones cursis que en las películas que tanto le gustan a la butifarra se curan comiendo helado a toneles.
-“Hidromelancólico”. Poesía con propiedades hidroterapéuticas si querés: ahora que está de moda –dijo Julio sarcástico mientras acomodaba con suma concentración una cajita nueva sobre el cúmulo de otras más antiguas.
-Yo saqué el paraguas después de leerlo por pura precaución. Aunque debo admitir que lo del espejo me gustó –Luis supervisaba con escepticismo la construcción sistemática de Julio-. Ya, si lo contextualizás dentro del charquito-poema, te das cuenta que es lo único que no remite directamente al agua y sin embargo, los espejos tienen ese dejo a materia líquida, a hachedosó vaporizándose. Además, coincido con el autor -un tal Henri Dardelve- en que los espejos son entes más bien tristes.
-Vos, que estás condenado a ver tu carota cada vez que la asomás en uno, a mi me resultan criaturas de lo más amables –dijo Julio dándole el golpecito final a la caja para que se afirmara.
-¿Será?
-Estoy seguro.
En ese momento tocaron la puerta, lo cual le dio un chance estratégico a Luis que, aprovechando que Julio se levantaba a abrir arrugó los otros cuatro poemas y los tiró junto al montón de bodoques de papel que habían en la sala.
-Si no es Tati con las fotos, es el “A y A” que viene a pasarnos la factura por ese poema que te jalaste. ¡Es un despilfarro!
A Luis no le desagradaba del todo, le recordaba alguna canción de cuna, alguna tarde silenciosa de noviembre, un aroma a vela recién apagada, unas piernas de mujer diluyéndose en las sombras; cosas de esas que traen una nostalgia boba con ellas. En todo caso le gustaba más que los otros cuatro que yacían junto a unos restos del directorio telefónico del cual Julio sacaba nombres raros para los personajes de sus cuentos: Ajú, Obdulio, Sérvulo, etcétera. Todos sabían que Julio no se llamaba Julio, pero nadie, ni siquiera Cecilia, sabía cuál era su nombre bautismal y entre todos sostenían que debía ser horrible y por eso se obsesionaba en buscar nombres extravagantes para sus principales y así acompañar mejor su complejito. A Julio esto no le hacía demasiada gracia.
-¡Bueeenas!- Saludó Tati, que entró triunfal y queriendo tropezarse con el felpudo mientras intentaba quitarse el bolso que no ponía de su parte y se aferraba como un orangután recién nacido.
-¿Cómo te fue?- preguntó Julio como quien no pretende una respuesta..
-Muy bien. Aunque el muchacho del revelado tenía un bigote a lo Cleto González Víquez que daba escalofríos. Vos sabés que a mi los bigotes me dan mala espina, sobre todo si me recuerdan personajes históricos o a papá. ¿Y a ustedes?
-Pués bien- contestó Luis levantándose para saludar-, aunque estaríamos mejor con un poco de café. Qué dicha que llegaste, sin duda tenés el don de la precisión involuntaria.
-Voluta preciosa y prescindible del humo voluble y envolvente que preciso en este inane e inanimado momento que preludia las tazas las cucharas y el aroma estimulante–construía Julio, yéndose de la sala.
-A lo que huele es a tufo de macho inútil.
-Ni macho, ni inútil mi amor, es un balance entre dos factores: el factor pereza y el factor motivación y, además de linda, hoy te encuentro motivadísima. En cambio mirame a mi: la pereza hecha carne –dijo Luis estirándose en el sofá.
-Tenés razón en lo de motivada, pero sobre todo en lo de linda –replicó Tati, mientras buscaba en la alacena los filtros para el café que se ocultaban con esmero-. Los dos rollos salieron completitos y todas las fotos están preciosas. Me va a costar decidir cuáles vamos a publicar, aunque por supuesto ya tengo candidatas.
-Me temo que a Lucho no le costó decidir cuál poema vamos a sacar- dijo Julio que volvía de traer los cigarrillos del cuarto con el aire del hombre que no encuentra el encendedor-, hace un rato estábamos nadando en poesía, li te ral men te. Cuidado y se nos corre la tinta a la hora de imprimirlo y entonces a la mierda el tiraje.
-¡Qué es tu mala sangre Floripundio! ¡Hoy te levantaste de un humor!
-¡Floripundio tu poeta de llovizna!
-El poema no está tan mal y además es cortito, lo cual lo califica para no ocupar mucho espacio en la revista. Vení leelo flaca.
-Después. Ahora veamos las fotos a ver si se calman ustedes dos y se salen del blanco y negro de las letras para entrar en el sepia diez por quince de la imagen –referencias, siempre hay que dar referencias, pensó Luis-. San José se ve más bonito en fotos, sobre todo si las tomo yo -Concluyó Tati complacida, sentándose en medio de los dos, mientras el cofimeiquer iniciaba su letanía de suspiros.

II

Te pienso
desde mi cubículo de aire te pienso
para inventarte
para inventarme una certeza
certeza de incertidumbre
para colocarte
para asirte
te doy un nombre si te pienso
sujeto el hilo laxo
porque vos Ariadna estás en otro laberinto
porque el minotauro me mira desde dentro desde mí
y no tuve más remedio que devorar mis manos de Teseo
con mi mandíbula de portento
para darte algún sentido te pienso

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