miércoles, 5 de agosto de 2009
Acuario IV (2004)
IV
-Ya me estaba preocupando, ¿no te hizo nada éste insípido?
-Nada cariño, es un insípido inofensivo, sobre todo cuando no tiene plata para el café y las tostadas y una tiene que invitarlo.
-¡Ah no! –dijo Julio balanceando la cabeza con gesto desaprobatorio- vos sabés que éste es un club exclusivo. Si no tenés para la birra, no tenés la alcurnia necesaria.
-Por eso justamente, mi querido Clemeciano, me ahorré el cófi; ésta lo lleva a uno a cafés que en definitiva se salen de mi presupuesto de desempleado.
-Ya vas a empezar a ponerme nombres
-Yo no empecé –dijo Luis sentándose-, empezaste vos poniéndote Julio, desacreditando el óptimo gusto de tu madre y el buen juicio del curita que te bautizó.
-A mi mamá dejala quedita que es una señora muy esmerada.
-Como todas las madres, la mía por ejemplo esperó a morirse hasta verme enmarcado y con birrete en una pared.
-Ya están peleando ustedes dos –dijo Tati que volvía del baño sacudiendo las manos, apunto de botarle la cerveza al fulano de la mesa de junto y con gesto de plenitud, - por qué no mejor pedimos cerveza y buscamos una conversación alternativa.
-¡Ah, mi abejoncita mediadora! Siempre en el momento justo, no te lo decía, por eso sos tan buena fotógrafa. A mi en realidad se me antoja más un whisky.
-Me sacás un café y venís a tomar güisqui, es el colmo -ladró Ceci con falsa indignación.
-No te enojés, que se te ponen lindísimos los ojos.
-Ya está bueno donjuan, pasame fuego y pedí el güisky y las cervezas –ordenó Julio rascándose la nariz después de encender el cigarrillo.
-Un whisqui y tres Pilsen, por favor.
Acuario era una cantina de pueblo insertada en el centro de San Pedro, un anacronismo rebosante, una sobreviviente con luces navideñas empolvadas. A Obras Completas le gustaba reunirse ahí, porque ahí habían empezado a quererse cuando eran universitarios, porque ahí eran más amigos, se encontraban más fácil entre las mesas de formica y las paredes tapizadas con yute que en cualquier otra parte. Ahí las piezas cuadraban, afuera eran piezas de rompecabezas distintos que sólo encajaban aleatoriamente: Ceci-Julio/ Julio-Luis/ Julio-Ceci-Luis/ Tati-todos/ Luis-Luis-Luis
-En vez de Obras Completas, debimos haberle puesto Peces de ciudad a la revista en honor al Acuario –dijo Julio nostálgico y sirviéndose cerveza- lástima que ya hay una canción con ese nombre.
-Eso ya lo has dicho muchas veces antes –dijo Ceci sobrestimando el trago picodebotella que acababa de darse porque después de tantos años, aún no concebía que Julio bebiera la cerveza en vaso.
-Por supuesto que ya lo he dicho muchas veces, todo lo que podamos decir aquí ya lo hemos dicho aquí, por eso insistimos en venir.
-Más que peces, lo que se cría aquí son cucarachas –dijo Tati sin horror, señalando unas antenitas que asomaban titubeantes por una rotura en el yute.
-¡Pero qué cucarachas, abejoncita! Hasta ministros han salido de esta pecera, sin contarnos a nosotros, que somos ilustrísimas cucarachas. Igual, para refrescarle la memoria al corro editor, y siguiendo con lo que empezó aquí Anirremo...
-¡No lo creo! Estás de acuerdo con Julio –dijeron a una voz Tati y Ceci como hipnotizadas.
-Claro, pero eso fue hace mucho, cuando por primera vez dije lo que voy a decir. Tomen nota: Obras Completas se nos ocurrió para nombre de la revista, primero porque estábamos borrachos como probablemente estaremos más tarde, y primerísimo porque el Acuario es el gran epicentro contenedor, el origen -cada vez más mitológico debo decir- de esta sociedad de cuatro miembros y en constante distanciamiento, por eso nos reunimos recurrentemente a celebrar nuestra eukharistia aquí, porque aquí somos totales; en tanto se cumpla la ceremonia somos omnipresentes e inmutables, a pesar de mi calvicie.
-Te estás contradiciendo –dijo Tati, feliz de su perspicacia- porque acabás de admitir que ahora no estás de acuerdo con Julio, entonces sí hubo cambios.
-Yo no dije eso butifarrita, lo que dije es que aquí me es imposible estar en desacuerdo con Libertiano; afuera claro que hemos cambiado, aunque el cambio es discutible, afuera estoy en desacuerdo con Telémaco por razones menos importantes y más divertidas.
-Telémaco es un bonito nombre –apuntó Ceci besando a Julio
-Vos y tus delirios homéricos –pudo haberlo dicho cualquiera
Cerveza, cerveza, cerveza
-El punto es que el Acuario es para nosotros un centro, el eje que sostiene inmóvil las manecillas del reloj que se repite infinitamente -dijo Julio haciendo círculos imaginarios mientras decía manecillas
-Y nosotros somos las manecillas –dijo Tati como preguntando
-Hoy estás florida, abejoncita
-¿Entonces, qué es el tiempo?
-Un invento que no nos gusta usar –dijo Luis moviendo el hielo de su vaso vacío-, un producto incidental de nuestra fabriquita que no sirve para fabricar lo que buscamos que es esa Isla Desconocida de Saramago, por eso seguimos viniendo a bucear al Acuario como cucarachitas anfibias y detenidas.
-¿Entonces para qué tomo fotos yo?
-Por si acaso hermanita, por si acaso –dijo Julio paternal
-Esto es una foto –dijo Luis abarcando el bar en un gesto- una foto estática, no como las tuyas que se mueven. Mirá a ese flacucho que en lo que yo me fumo un cigarro él se fuma tres.
-Cosa rara en una persona –musitó Ceci mientras se abanicaba de la cara el humo que acababa de botar Luis
-Sí el de la barra, bueno, ese muchacho es Ceci esperándonos hace seis o siete años. Aquel triunvirato: la rubia de ojos de té con limón, la colocha esfinge y el bajito arabesco, esos somos vos, Rocinulfo y yo jugando un aburridísimo veintiuno mientras Ceci va a sacar unas copias o algo por el estilo. Ellos estarán haciendo otras cosas inescrutables, pero nosotros nos vemos ahí sentados, debajo, sobre y a los lados de ellos. Estamos ahí sentados como lo estamos en esta mesa y en todas las mesas del Acuario.
-¿Cómo que mis fotos se mueven?
-Porque vos todavía podés tomarlas desde afuera, porque a vos, el mundo de inmenso, te queda chico, por eso andás tropezando con todo, por eso capturás al mundo sin arrebatarle el movimiento, porque ocupás que se mueva, que no te estorbe. El lente de tu cámara es el vidrio del Acuario a través del cual te maravillás viendo los peces ir y venir ir y venir y así estás bien.
-Qué sabés vos si yo estoy bien –dijo Tati con recelo y cavilosa. A mí me parece entonces que el Acuario es más bien donde nos mentimos. Donde hacemos fábulas de la realidad, donde la negamos con un candor exacerbado, cuando en realidad la realidad real está afuera dispuesta a realmente aislarnos.
-Yu gáret –dijo Julio- y ese candor es nuestro refugio.
-Depende del lado del vidrio de la pecera en que estés. Quizá por eso butifarra, es que tomás esas fotos tan lindas, porque vos no sos un pez de ciudad como dice aquí el innombrable, vos estás más allá de nosotros, lo cual, para fines prácticos, tampoco te sirve de mucho.
-A mi no me convencen y ya están empezando a aburrirme- dijo Ceci bostezando con un hastío provocador- ahora Luis va a sacar su mesita plegable, porque “la realidad es una mesa coja”, ¿es así?
-Vas enrumbada fulana.
-Una mesa coja que aceptamos aunque la desconsiderada no nos quepa en el comedor, entonces derribamos las paredes de la casa para quedarnos con la mesa y los taquitos -se me olvidaban los taquitos- Debiste haberlos dejado peleando, así habríamos hablado mas a gusto nosotras- le dijo a Tati en tono cómplice.
-Te hirieron, compadre
-Sí, pero no de muerte. Qué tiene de malo querer rechazar esa mesa absurda para fabricar otra, aguafiestas. Yo tengo mi diploma de ebanista.
-Por eso, porque la rechazás para fabricarte otra, que igual te va a salir coja porque no tenés dónde meterte tus taquitos de papel, aunque a mí se me ocurren un par de ideas.
-Dont yu step on mai blu sued shus, fea –capituló Luis, huyendo por las riberas del humor-. Mejor tomá, ponele estas servilletas a la pata de la mesa, a ver si la estabilizamos. ¡Cómo se mueve, por la puta!
Cerveza, cerveza, cerveza, whisky
-No hay nada como una mesa coja –dijo Julio con ánimos de brindar.
-¡Salud! –coincidieron todos
-¿Quién la entiende? En la tarde tu noviecilla estaba con que vos y yo: un puro pleito de mediasuelas.
-Lo que pasa y cambiando de tema, es que la amistad de Lucho y mía sólo es posible a partir de desacuerdos, fulanas, es una red trenzada con hilos de la discordia.
-Explicales Reneldo.
-¿Y la red para qué les sirve? –preguntó Ceci, que había entrado en calor.
-Para atrapar a tontuelas como ustedes.
-Engreídos.
-Zompopas caderudas.
-¿Te enseño las fotos?
-Por favor.
-Yo paso –dijo Julio levantándose para ir al baño
-Yo también –dijo Luis sacando una libreta del bulto.
-No les hagás caso, son unos engreídos.
-Y ustedes unas libélulas ensordecedoras.
-Vení pronto Silíbaco, que te tengo una propuesta.
Propuesta-fiesta-siesta-apuesta-resta-cuesta-molesta-presta
enhiesta-esta-funesta
¿denuesta?
Recitaba Julio haciendo circulitos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Me gusta la parte en que nos ven, siempre me ha gustado... tanto que me quedo ahí pensando que estaríamos haciendo esa tarde en el Acuario??? Ya no me acuerdo!!!
Pero las esferas son redondas, eso sí.
Sí, es un guiño divertido. Yo tampoco me acuerdo... ya quién se acuerda de esas cosas.
Las esferas: redondas!
Publicar un comentario