miércoles, 19 de agosto de 2009

Celda

Nací en el laberinto con la humedad por fuera.
La fui absorbiendo, la fui internado en el músculo arenoso:
Bombear el frío hacia lo tibio y viceversa.
Fue mi madre una babosa, quizá un molusco salino
o el agua filtrada de la lluvia que ascendería al sol,
fue mi madre una garganta cavernosa,
una gran vulva de hembra…
quizá sólo un molusco salobre,
primitivo.
¿Quién sabe nada de su madre?

Hallé luego una linterna
que estalla su ojo contra las paredes
y astigmatiza vuelta al cielo.

Con la linterna horado lo oscuro
pero la luz no permanece.
Ilumino el polvo transportado por el aire,
pequeñas lunas,
nada más:
la erosión de las paredes como siglos lentos
que se depositan.

Esa es mi espera,
aguardo el horizonte,
la erosión final.

He oído el martilleo de los primates.
Están cerca.

4 comentarios:

Uno que mira dijo...

echo de menos una hache; pero más acá de eso, hay este simpático acontecimiento de encontrar metáforas que uno había usado o no, pero pensado sí, en los textos amigos y amigables, entonces uno sonríe algo así como moluscamente cómplice.

Anónimo dijo...

Me gusta el texto, su tono. Esa introspección pero personificada, no el yo interior. Hay imágenes logradas y un aire ominoso en esos primates que se acercan.

Saludos.

Jenaro dijo...

Si no me equivoco la fascinación por los laberintos viene de los mesopotámicos, quienes, incluso, llegaron a establecer analogías suspicaces en ese sentido: el laberinto y la entraña (los intestinos, en la jerga ilustrada) como metáforas recíprocas. De ello se deduce un fenómeno plausible: la presencia (casi tenue) de la imagen del laberinto en el texto genera cierta sensación de inmanencia, cierto estremecimiento interno.

Pelele dijo...

Regueyra: Gracias por la correción mop, pero es que se ve más bonito sin h -como decía una maestra mía de la escuela. Entre los moluscos, nada como un ceviche de chuchecas en el Joroncito, Paseo de los Turistas (y de los dealers y las putas más porteñas y caminadoras)
Aquí la idea era dar la idea de lo primitivo, al final usé la palabra (qué mal)

Asterión: Pura vida. Sí se trata más del cuerpo como mundo. La piel nos contiene, y filtra el exterior en la oscuridad.
Los primates... bueno El planeta de los Simios me gusta mucho y me sigue aterrando, como un espejo.

Jenaro: Viejo uno nunca sabe si te equivocás, ahí está tu llve del llavero, jaja.
Los laberintos, físicos o no, son siempre una proyección interna y un encierro.