miércoles, 5 de agosto de 2009

Acuario VII y VIII (2004)


VII

¿Cómo supo mi nombre ese infeliz? –pensaba Julio en el taxi, sintiéndose un poco vulnerable-, pudo haber sido una casualidad. De tanto ponerme nombres alguna vez tenía que acertar. -Vaya manera de terminar la noche. ¿Qué bicho lo habrá picado hoy? –le preguntó a Ceci, que miraba pasar los postes de luz infinitamente por la ventana.
-¿Qué sé yo?, Luis es de esos que creen que en el universo no ha pasado nada nuevo desde el Big-Bang. Entonces anda por la vida “inventándosela” como dice él.
-Un nihilista a medio tiempo, porque la otra mitad se la pasa queriendo creer y entonces busca trabajo y novia y a veces hasta los encuentra.
-No seás tonto, Luis sólo busca trabajo cuando ya no tiene para cigarros. Ni siquiera para la renta; a él le da lo mismo traerte una cajetilla vacía para tu torre que un cheque para el alquiler y en cuanto a las mujeres, sólo se empata con una hasta asegurarse de que no lo quiere.
-¿Será?
-Estoy segura.

Tati bajó del taxi apenas despidiéndose de Ceci y Julio. Tenía ganas de llorar pero no lo haría. Por qué iba a llorar ahora que por fin sabía que Luis la quería, que la quería y no lo vería ya nunca más. Abrió la puerta segura de algo, casi feliz, casi llorando. El taxi se fue.

VIII

Tengo esta tos labrada en la garganta con cinceles de humo y niebla
Te pienso
tengo este Quijano que no ha podido volverse loco
a pesar de escuderos dispuestos a volar sobre caballos de madera
Desde mi cubículo de aire te pienso

que no vuelan
Para inventarte
tengo la luz que se posa silenciosa sobre lo que leo y lo que escribo
tengo abuelos muertos que nacieron cuando empecé a perder la memoria
Para inventarme una certeza

y salía a cazar los tigres que no podía soñar un ciego
Certeza de incertidumbre

tengo un montón de cajitas vacías
apiladas en forma de torre truculenta
Para colocarte

para alcanzar el cielo sólo les falta un accidente
en alguna galería de babel hay un libro con un nombre escrito
para asirte
tengo esta soledad domesticada bien puesta entre retratos
te doy un nombre si te pienso
y libros y sillones
Sujeto el hilo laxo
soledad que cómodamente elijo desde mis territorios desmontados
tengo esta noche que es todas las noches compendio de amores y licores
Porque vos Ariadna estás en otro laberinto
de mesas como casas sin cerrojo
Porque el minotauro me mira desde dentro desde mi
de huérfanos edípicos y brujas protectoras
tengo los espejos
Y no tuve más remedio que devorar mis manos de Teseo

Terribles clones que me miran con mis ojos que son otros
Con mis mandíbulas de portento
Ofelia mujer muchacha loca
Para darte algún sentido te pienso

El silencio es también una verdad que oculta cosas

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